El Corredor Matamoros: ¿Inversión ciudadana o gasto inútil?

Con un acto «austero» que dejó más dudas que aplausos, el Corredor Matamoros fue inaugurado en Torreón. Presentado como uno de los proyectos insignia de la primera temporada de Román Cepeda, la obra contó con la presencia del gobernador Manolo Jiménez. Sin embargo, el evento fue un despliegue más de improvisación y simulación que de verdadero festejo ciudadano.

Este tramo de unas cuantas cuadras tuvo un costo oficial de 22 millones de pesos y desde su anuncio no ha hecho más que levantar cejas por su cuestionable utilidad y sospechoso presupuesto. Comparado con el Paseo Morelos, cuya inauguración incluyó un recorrido lleno de vida y un concierto gratuito de Napoleón, lo de Matamoros quedó en pañales. Ni el alcalde ni el gobernador se molestaron en ofrecer algo más que discursos genéricos y reciclados.

Pero si alguien aprovechó la jornada, fueron los directores municipales que rara vez ven al alcalde en acción. Entre ellos, destacó la «todopoderosa»Angelina García, sobrina política del alcalde, quien con su actitud de «mamá regañona» y su mirada implacable logró mantener a raya a los funcionarios, reafirmando su fama de «jefa».

Mientras tanto, el diputado de Morena, Antonio Attolini, aunque ausente físicamente, se hizo presente en redes sociales con su ya conocida crítica. Y, en esta ocasión, no se quedó corto. Attolini cuestionó el exorbitante gasto, señalando que los mismos 22 millones de pesos podrían haberse usado para rehabilitar 12 kilómetros de carretera con fresado y asfalto nuevo. “Esto es un insulto para una ciudadanía que exige transparencia y eficiencia”, sentenció.

Por su parte, la pintura de las banquetas, que parece un homenaje al «pizarrón mágico» al estilo Jorge Zermeño por lo rápido que se despinta, quedó como símbolo de una obra que difícilmente soportará el desgaste del tiempo, pero que ya engrosó la lista de prioridades cuestionables en la administración municipal.

El Corredor Matamoros es otro ejemplo de cómo se maquillan las ciudades para las fotos, mientras se ignoran las verdaderas necesidades de la ciudadanía. Una inauguración sin alma para una obra sin razón.

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