
Con el inicio de la Cuaresma, se abre un tiempo de reflexión y cambio, un llamado a abandonar el ego y actuar con humildad. Este miércoles de ceniza, el obispo de Torreón nos recordó que las acciones no deben buscar el aplauso, sino el bien común. Ojalá que ese mensaje haya calado entre los políticos laguneros.
El alcalde de Torreón, Román Cepeda, bien podría asumir como penitencia cuarenta días de trabajo continuo en su ciudad. Sus ausencias han generado rumores, algunos vinculados a su salud, que se refleja en su apariencia y preocupan a los ciudadanos. No obstante, más preocupante que su físico es su soberbia, una característica que mostró nuevamente durante la entrega de «otra» techumbre esas que constyruyen a más de un millón de pesos, ahora cobraron su comisión desde la colonia El Kiosko.
Con una frase digna de Don Quijote —«Ladren perros, que vamos avanzando»— intentó minimizar las críticas, pero terminó exponiendo su frustración. Su equipo de comunicación, lejos de contener la situación, filtra declaraciones internas. Al término del evento, Román se acercó con el jefe de comunicación, Yohan Uribe, «Lord Fragmentado», y su todavía segunda, «Lady Fayuca«. Los malpensantes creyeron que los estaba regañando por su incapacidad, pero, de acuerdo con ecos en Presidencia, el alcalde les estaba diciendo que «estaba hasta la madre» y que iba a recortar convenios a los medios «cizañosos». A ello, Uribe solo asentía, mientras que #LadyFayuca solo escuchaba para después esparcir el momento.
Lord Fragmentado parece estar reprobado en su tarea. Su gestión ha sido incapaz de proteger la imagen del alcalde, generando más problemas que soluciones. Quizás debería usar estos días de vigilia para reflexionar y mejorar su oficio, antes de que le resten aún más funciones. Y por ello anda hostigando para que renuncien los de su departamento, como los del área digital que dirigía el «Milfiltros» de Mayquer, hoy congelado, quien ve desde lejos cómo destrozan el área digital que se construyó con muchos recursos de dudosa procedencia, con drones y sillas gamer que hoy sobran y se empolvan.
Siguiendo con las penitencias, Pepé Ganem sigue esperando que su certificado de abogado termine de imprimirse. Entre tantos trámites, sigue siendo un «secretario en trámite», dejando mucho que desear en la toma de decisiones.
Por su parte, el tesorero Óscar Luján sigue tratando de justificar irregularidades detectadas en auditorías estatales y federales. Su permanencia en el cargo parece ser más un castigo que un premio, mientras el equipo del alcalde busca desesperadamente un «plan C». Como Natalia Fernández, la «síndica socia», a quien le gustaría cantar las de Jenni Rivera estosl días santos desde su nueva residencia, que dicen construyó en Arteaga con el esfuerzo de su labor de secretaria del ayuntamiento, durante tres años, cuando se sentía alcaldesa.
Como la ceniza del miércoles nos recuerda nuestra temporalidad, los políticos deberían recordar que el poder es pasajero. No serán juzgados por discursos o inauguraciones, sino por las acciones que dejen huella en la vida de los ciudadanos y no en sus bolsillos.
En este tiempo de Cuaresma, la invitación es clara: dejar el ego, servir con el corazón y trabajar por el bien común. Porque en el servicio auténtico está la verdadera grandeza, no en las techumbres ni en las frases mediáticas.