¿Coahuila puede revivir la cultura de Torreón o ya es demasiado tarde?

En Coahuila, la cultura parece moverse entre lo sacro y lo simulacro. La secretaria estatal del ramo, la eterna panista Esther Quintana Salinas, anunció con entusiasmo una Procesión del Silencio en Viesca que bien podría ser una alegoría de su gestión: solemne, lenta… y sin voz.

La actividad, aunque presume buena convocatoria turística (según cifras alegres), revela una vez más la prioridad del espectáculo sobre la estructura. Música clásica sin micrófonos, en un templo con capacidad para apenas 100 personas —¿serán VIP?—, contrasta con el anuncio de transporte gratuito para miles… pero sin claridad sobre cuánto se invierte del erario. Porque, claro, “eso se trabaja todos los días”.

Mientras en Viesca se afina el protocolo con rezanderas, cofradías y cuerdas, en Torreón se desempolva un comodato que huele más a indulgencia política que a política cultural. El inmueble conocido como Casa Cantera, propiedad de la Secretaría de Cultura estatal, fue entregado al Ayuntamiento de Torreón por 15 años, retroactivamente desde 2018. El objetivo era instalar ahí al Instituto Municipal de Cultura y Educación (IMCE) y un supuesto “Centro de la Gráfica” que, más que centro, parece mito urbano: talleres de grabado, fotografía e ilustración que existen sólo en papeles y comunicados.

La historia comenzó durante la gestión del alcalde panista Jorge Zermeño Infante, pero dos años después, la misma administración degradó al IMCE de Instituto a Dirección, lo que redujo su autonomía y generó sospechas. El PRI, entonces en la oposición, denunció ante la Auditoría Superior del Estado un incremento escandaloso de la nómina, de 29 a 237 millones de pesos, sin justificación. Hasta 2025, no se sabe si estas observaciones fueron atendidas. El comodato sigue, aunque fue firmado con el Instituto y no con una Dirección; las sombras persisten.

Hoy, la cultura se volvió oficina. El edificio que alguna vez dio luz a la escena cultural lagunera es ahora una extensión gris de la burocracia, administrado por la gestión aún más gris de Antonio Méndez Vigatá, quien también hizo lo propio con Casa Mudéjar, herencia zermeñista que, tras una lenta recuperación, terminó sumida en la irrelevancia.

Mientras tanto, otra promesa cultural del alcalde Román Alberto Cepeda, el Centro Cultural del Norte, permanece en el limbo. ¿Será una realidad o acabará como otro elefante blanco, al estilo del Centro Cultural La Jabonera?

Y para terminar de armar el viacrucis cultural, Esther Quintana apenas y recuerda que Torreón existe. Su gestión ha estado tan ausente en la región que hasta el director del Centro de Convenciones, Rodrigo González, le gana las exclusivas. Fue él —no ella— quien anunció que la Feria Internacional del Libro tendrá por primera vez una sede en Torreón, este mes de mayo, además de Saltillo.

Por lo pronto, arden las velas de los rijosos culturales que esperan que este centro finalmente se concrete, para que ahí se muden Vigatá y sus becados, y se rescate Casa Cantera. ¿Querrá la Secretaría de Cultura recuperar ese espacio y darle vida real?

Hoy, su única joya funcional es el Museo de la Revolución. Y eso, si acaso: lleva dos años con el techo destruido y “en reparación”, sin avances claros. Más fallas en el patronato, sumado a un silencio institucional.

La cultura en Coahuila y Torreón sigue siendo el telón de fondo de los mismos actores, sin renovación de elenco.Una escenografía impecable, sí… pero sin obra verdadera.

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