
Comenzó el proceso electoral en Gómez Palacio y la primera ficha cae: Marco “N”, exsubdirector de Obras Públicas, es destituido por presuntos actos de cohecho. La alcaldesa Leticia Herrera Ale se presenta ante su Cabildo con la pose de heroína ética, como si lo suyo fuera una cruzada contra la corrupción… y no una jugada estratégicamente calculada.
No es ingenuidad, es táctica. En su tercera vuelta como alcaldesa, Leticia no se lava las manos, se las perfuma. Sabe que en política hay que parecer limpia, aunque detrás del telón se muevan otros intereses. Correr a un funcionario de confianza podría leerse como un acto de valor… o como una jugada de ajedrez frente a un tablero electoral en llamas.
Desde Torreón, su sombra se alarga. Su grupo político avanza, y su operador estrella Pepé Ganem volvió oficialmente al juego con sed de revancha. No perdona haber sido marginado por su grupo político en tiempos de Miguel Riquelme, por lo que buscó cobijo en Gómez Palacio. Hoy, como “secretario en trámite del Ayuntamiento”, Ganem al psrecer sigue operando como enlace silencioso entre la familia Herrera y Román Cepeda, a quien —dicen— ya le tiembla la mano más que la voz en sus ruedas de prensa.
El rencor enferma, pero a Ganem le vale. No olvida cuando en SIMAS lo hacían esperar horas sin siquiera recibirlo. Lo cuenta #LadyFayuca, excomunicadora de esa dependencia: aquellas humillaciones fueron gasolina pura para el operador que hoy mueve piezas clave desde el séptimo piso. A tal grado que habría sido él quien instruyó, desde las sombras, la represión del pasado lunes en Torreón… aunque los balazos mediáticos los reciba el comisario César Perales.
Y mientras Leticia muestra colmillo y presencia, Cepeda se sigue hundiendo entre declaraciones cargadas de soberbia en eventos donde lo ignoran hasta los suyos. El gobernador de Coahuila, Manolo Jiménez, lo dejó como carne de cañón para la prensa durante el evento del Hospital Los Ángeles: no fue invitado al recorrido oficial pese a ser el edil anfitrión, por lo que no le quedó otra que aguantar los cuestionamientos. El gesto fue claro, directo, gélido.
Manolo, molesto no solo por el civil asesinado por la policía municipal, sino también por el costo político de tener a un alcalde que reprime ciudadanosy a periodistas mientras mientra manda a «chingar a su madre» a quienes lo critican. Aunque ese desdén, al menos para la foto, fue resarcido en un evento posterior en el Centro de Convenciones, donde se les vio muy cordiales. ¿Qué habrán acordado? Contradicciones, sin duda. Y molestia en el gremio lagunero, también.
Mientras tanto, los periodistas se sumaron a la lista de enemigos públicos número uno del Ayuntamiento de Torreón y su policía, al ser agredidos durante una protesta pacífica. En el lugar participaron supuestos “civiles” no identificados, a bordo de unidades sin logotipos oficiales, y las agresiones fueron transmitidas en vivo. Varios reporteros fueron empujados, insultados y obstaculizados en el ejercicio de su labor.
Ante ello, el fiscal de Coahuila, Federico Fernández, reaccionó con un anuncio: la instalación de módulos especiales para recibir denuncias y la promesa de consecuencias. Pero en esta tierra del norte, donde las promesas abundan y las sanciones escasean, muchos se preguntan si esta vez la justicia dejará el escritorio para pisar la calle. Mientras tanto, el gobernador Manolo Jiménez Salinas declaró: “Vamos a llegar hasta las últimas consecuencias”.
En este contexto, el gesto de Leticia Herrera —que no duda en insultar cuando es necesario y que actúa sin pedir permiso— contrasta con la inacción de quienes gobiernan Torreón. ¿Será que la dama de hierro quiere demostrar que sí se puede tener autoridad sin esconderse ni mandar a terceros?
Lo cierto es que mientras Manolo Jiménez juega al equilibrio político y su fiscal se mueve con cautela «para no incomodar», Leticia Herrera se proyecta como la mujer que sí toma decisiones. Tal vez no lo haga por ética pura, pero sí con la astucia de quien entiende que en esta región gobernar no es para blandos. Aquí, el que no toma el toro por los cuernos termina con la cara llena de lodo. ¿Será entonces que la dama de hierro ha decidido ponerle el ejemplo a los varones del poder coahuilense, o simplemente nos encontramos ante otra estrategia fría, bien calculada, que huele más a encuestas que a principios?
El espresso está servido. Amargo, sí… pero necesario.