
«Cuando una policía se golpea a palos… ¿todavía es policía?»
Bien dicen que las redes sociales son como los perros de rancho: ladran sin saber.
Y lo decimos por otro escándalo —uno más— protagonizado por la Policía de Torreón y su Grupo de Reacción VIP, también conocido como GRT.
Lo que parecía una fake news, terminó siendo cierto… aunque disfrazado de “lío personal”.
Otra vez. Y no es eco: una vez más, la Policía de Torreón es noticia por abuso de autoridad.
El Grupo de Reacción Torreón (GRT), ese supuesto “grupo élite” apadrinado por el alcalde Román Alberto Cepeda, volvió a ser exhibido. Esta vez, por una agresión tan primitiva como brutal.
Sí, a palazos.
El elemento Edgar Javier “N”, miembro activo de esta agrupación, y Luis Eduardo “N”, ex policía municipal, golpearon con un palo de madera a un elemento de la Policía Estatal, quien se encontraba fuera de servicio.
Este encontronazo, según testigos, fue “casual”, por un problema personal.
Pero lo cierto es que el ataque pareció directo y coordinado, sacado de un narco-corrido, no del manual de una corporación de seguridad pública.
Y aunque suene irónico —solo usaron palos.
Porque si hubieran sacado los machetes de “Nueva Mieleras”, o un R-15 como el que arrebató la vida a Rolando Medina el pasado 7 de abril en ese ejido hoy estaríamos contando otra muerte, y no una detención por un herido.
Ambos agresores fueron detenidos y trasladados al Cereso, donde se reencontraron con su compañero Julián “N”, vinculado a proceso por asesinar a Rolando.
Ya no es un caso aislado.
Es un patrón.
Porque Edgar y Luis Eduardo no actuaron solos, ni ideológica ni operativamente.
Forman parte de una estructura no oficial, pero muy real.
El GRT ya no parece una fuerza de élite, sino un grupo de choque que se protege entre sí, responde a sus propios códigos y desobedece a los mandos formales.
Una pandilla uniformada, que opera con el permiso —o la omisión— de las autoridades.
Y el alcalde Román Cepeda, fiel a su costumbre, se refugia en la omisión, dejando que sean la Policía Estatal y la Fiscalía General del Estado quienes intenten recoger los pedazos de una seguridad pública municipal colapsada.
No es casualidad que la Policía Estatal esté ganando presencia y territorio en Torreón.
Cada escándalo, cada palazo, cada abuso, refuerzan el mensaje que llega desde Saltillo:
Torreón está perdiendo el control de su seguridad.
Porque cuando una policía permite que sus elementos se golpeen entre ellos…
Cuando encubre en vez de sancionar…
Y cuando normaliza la violencia, no solo contra los ciudadanos, sino también entre sus propias filas…
Entonces ya no hay corporación.
Hay una pandilla con placa.