
Luisa María Alcalde suda en Torreón: deja mensaje de unidad en Morena Coahuila … con fracturas en la fila

La visita de la lider nacional de Morena Luisa María Alcalde Luján, a Torreón no fue obra de la casualidad, ni mucho menos un gesto espontáneo de afecto por la Comarca Lagunera. Fue una maniobra política quirúrgica para intentar ponerle riendas a un Morena Coahuila cada vez más desbocado, dividido y con delirios de protagonismo rumbo a la renovación del Congreso estatal en 2026.
Y es que, tras el reciente tropiezo electoral en Durango —donde Andy López Beltrán operó sin éxito y el coqueteo de Esteban Villegas con la 4T no se tradujo en votos—, alguien tenía que venir a “enderezar la línea” en lo que aún se considera el último bastión tricolor del país: Coahuila.
La también exsecretaria de Gobernación llegó con un mensaje envuelto en papel de unidad, organización y afiliación masiva, pero con destinatarios muy específicos. Eso sí, el entorno no ayudó: el evento arrancó tarde, el hotel Real Inn no tenía aire acondicionado en uno de los salones rentados; ahí se apretujaban 30 periodistas junto a los acarreados, sudando sin tregua. Una joven maestra de ceremonias lucía más preocupada por no desmayarse que por mantener el orden.
Morena tuvo que rentar un aparato de aire portátil… pero ni eso logró enfriar los ánimos caldeados entre las tribus guindas.
Antes de ingresar, Alcalde Luján ofreció una declaración «banquetera» donde repitió el guion: que vienen a organizar, a sumar liderazgos, a evitar dedazos. Pero el mensaje real era otro: apagar fuegos internos en Morena Coahuila, donde ya reparten candidaturas como si fueran boletos de rifa.
Y hablando de ausencias y presencias incómodas… Llamó la atención que Antonio Attolini, diputado local, solo acompañó desde la banqueta, pero no ingresó al evento ni apareció en la foto grupal. ¿Mensaje? ¿Desaire? ¿Pase de lista? Lo mismo ocurrió con Shamir Fernández, cada vez más cerca del Partido del Trabajo, lo cual lo aleja de la 4T institucional. Tampoco asistió la senadora Cecilia Guadiana, ni su pareja, el delegado de Bienestar en Coahuila, el tamaulipeco Américo Villarreal, ambos desaparecidos del radar guinda local.
En contraste, sí aparecieron las figuras clave: el senador Luis Fernando Salazar, la diputada federal Cintia Cuevas, el saltillense Tony Castro y el dirigente estatal Diego del Bosque, arropados por operadores enviados desde la dirigencia nacional.
El evento se dio en un marco tenso, donde Luis Fernando Salazar no desaprovechó la oportunidad de lanzarle una nueva piedra a su excompañero de movimiento —pero de otro código postal— y hoy adversario: el petista Ricardo Mejía Berdeja.
“Morena no necesita a Mejía para ganar. Que se regrese a Guerrero, de donde es.”
Así, sin anestesia.
Otra ausencia comentada fue la de Andy López Beltrán, hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Ni sus luces.
Y mientras esto ocurre entre los morenos de cuello blanco, la militancia de a pie reclamó el hermetismo con el que se condujo el evento. Las quejas no se hicieron esperar:
“¿Por qué tan herméticos? Los militantes queremos saludarla y hablar del proyecto.”
Buena suerte con eso.
Morena sueña con pintar de guinda Coahuila para la gubernatura 2029, pero antes tendrá que ordenar su casa, bajarle al ego y reconocer que el verdadero enemigo, más que afuera, lo tienen dentro.
El evento fue un espejo del partido: convocado para mostrar fuerza… pero terminó mostrando fracturas.
