
Beatriz Gutiérrez, entre exigir disculpas y buscar casa en Madrid

Cuarenta y ocho horas después de que el diario español ABC ventilara que la nueva residencia de Beatriz Gutiérrez Müller y su hijo estaría en La Moraleja, un exclusivo barrio de Madrid donde las casas cuestan lo que en México llaman “dos sexenios de becas”, la escritora y esposa del expresidente Andrés Manuel López Obrador salió al quite: acusó al periódico de ser “calumniador profesional” y negó la mudanza.
En su defensa digital aseguró que el fin de semana estuvo en Palenque, Chiapas, no en las calles privadas y custodiadas donde se refugian futbolistas, políticos y empresarios millonarios en España. Dicho de otro modo: entre el calor húmedo de la selva y las urbanizaciones con seguridad privada, la narrativa se queda en un “usted decida en qué creer”.
El golpe no pasó desapercibido: apenas unos días antes, el propio López Obrador había insistido en que España debía ofrecer disculpas históricas por los abusos de la conquista. En aquella cruzada discursiva, no estuvo solo: Beatriz Gutiérrez también acompañó esa exigencia, defendiendo la necesidad de que la monarquía española reconociera agravios pasados.
Hoy, la ironía se sirve sola: mientras el expresidente y su esposa exigían disculpas al viejo imperio colonial, el periódico español los coloca en el escenario de buscar vida cómoda en una de las colonias más caras de Madrid.
Y es que no se trata de cualquier mudanza. En La Moraleja, el metro cuadrado de vivienda ronda los 6 000 euros (unos 118 000 pesos mexicanos). Es decir, una casa de 200 metros cuadrados supera fácilmente el millón de euros: alrededor de 19 a 21 millones de pesos.
Si hablamos de renta, los números son igual de exclusivos: un departamento de 150 m² puede costar 2 800 euros mensuales (más de 55 000 pesos), mientras que los chalets de lujo alcanzan los 18 000 euros al mes (unos 350 000 pesos). Eso sin contar los gastos diarios, que para una pareja se calculan en unos 800 euros mensuales (alrededor de 15 000 pesos).
La escena abre dos lecturas. Una, la fácil: un periódico europeo buscando carnada política a costa de la familia presidencial mexicana. La otra, la inevitable: la sospecha que persigue a todo político que predica austeridad mientras su círculo cercano es acusado de buscar confort en los barrios caros de siempre.
Al final, entre Palenque y La Moraleja, la disputa no es por metros cuadrados, sino por credibilidad. Y en esa batalla, Beatriz Gutiérrez se juega algo más que una dirección postal.
