
Auditorías de papel, armas y apariencias: el nuevo orden del desorden

Primer bastonazo: el arte de servir a dos amos
En Coahuila, las cuentas públicas no siempre se revisan con lupa… a veces se revisan con llamada.
La diputada Edna Ileana Dávalos Elizondo, presidenta de la Comisión de Auditoría Gubernamental y Cuenta Pública, es tema de conversación no por una iniciativa, sino por los ecos de un Congreso donde los intereses se cruzan más que las líneas de una nómina.
Desde su curul, Dávalos habla de transparencia, pero en su entorno, la discreción se volvió protocolo.
Pocos se atreven a decirlo, pero en radiopasillo su comisión tiene más poder que un secretario de Estado: puede citar al Auditor Superior del Estado (ASE) cuando lo desee, hacerlo comparecer con una carpeta en la mano y la mirada prudente.
Ahí se definen los ritmos del control, los tiempos de las observaciones y, a veces, las pausas convenientes.
Y mientras los reflectores apuntan a Saltillo, la atención se mueve hacia Torreón, donde las observaciones de la ASE por más de 324 millones de pesos del ejercicio 2023 se mantienen en silencio administrativo.
Desde el séptimo piso de la Presidencia Municipal, la orden no fue combatirlas, sino acercarse.
Y el puente fue Felipe González, diputado local que parece seguir caminando con un pie en el Congreso y otro en la Alcaldía.
Felipe González —operador político y aliado de Edna Dávalos— fue designado como mensajero del alcalde Román Alberto Cepeda ante la Comisión de Auditoría.
Una función que no viola la ley, pero sí difumina los límites entre representación y gestión.
Ante el gobernador Manolo Jiménez, el hoy podcaster se muestra como defensor de la transparencia; ante Román Cepeda, como emisario de confianza.
Y entre ambos papeles, emerge el viejo dilema del político de carrera:
👉 ¿A quién sirve cuando sirve a dos? (Y eso que quiere conservar la diputación local.)
No se trata de acusar, sino de observar. Porque en política, el problema no siempre es la falta de ley, sino la falta de límites. Y cuando un legislador intercede donde debería fiscalizar, la sospecha no necesita pruebas: se construye sola.
Todo esto ocurre —dicen voces cercanas— sin que el gobernador esté del todo al tanto.
Y si es cierto, el problema deja de ser de lealtades personales y pasa a ser de estructura: el poder opera por debajo del escritorio.
Segundo bastonazo: el gatillo institucional

Mientras tanto, en Torreón, el poder se expresa con símbolos.Y esta semana, el símbolo fue una pistola.
Un «inocente post» de la Dirección de Medio Ambiente sobre una jornada ecológica terminó mostrando lo que el Ayuntamiento no se atrevía a anunciar: los agentes de Tránsito ya portan armas.
El evento se realizó en el Parque de Educación Vial “Carlos de la Cueva”, un espacio para niños, clubes rotarios y cámaras institucionales.
El texto decía: “Sembramos vida y conciencia.”Pero la imagen decía otra cosa: uniformes azules, sonrisas de protocolo y armas en el cinturón.
Si eran de fuego o de agua, nadie lo aclaró.Lo cierto es que lo que floreció no fueron árboles, sino polémica.
La nueva directora de Tránsito, Martha Alicia Faz Dávila, había asegurado semanas atrás que el tema estaba “en análisis jurídico” y que solo algunos elementos podrían portar armas si cumplían los filtros.La fotografía la desmintió con la elegancia del error ajeno.
Hoy, el municipio enfrenta un dilema de comunicación y confianza: armó a sus agentes antes de explicarlo.
Según datos oficiales, hay cerca de 300 elementos, de los cuales 50 integrarían un plan piloto para portar armas.
Sin embargo, no existe documento público, reglamento ni lineamiento de uso de la fuerza que lo respalde.Un error de forma, fondo y oportunidad.Y hacerlo en un parque infantil terminó por disparar la crítica.
El alcalde Román Cepeda habla de orden, pero cada dirección parece tocar su propia partitura.
Y Medio Ambiente, con la mejor intención, acabó como el portavoz involuntario de la confusión.
En política, las apariencias son medio discurso y medio sentencia.
Por eso, tanto el diputado que juega a dos bandos como el tránsito que empuña un arma sin protocolo comparten el mismo riesgo: creer que el poder otorga inmunidad, cuando en realidad solo exige prudencia.
Ni uno ni otros han sido señalados judicialmente, pero el daño está en la percepción.
Porque en Coahuila, las dobles funciones se toleran mientras no salgan en la foto,
y los errores de comunicación se perdonan… hasta que aparecen en Facebook.
Al final, el poder en Coahuila sigue siendo el mismo bastón…
pero cada vez con más empuñaduras.
🩶 Donde la política se desnuda… aunque jure que trae uniforme.
