La guerra de los mandos: quién controla a quién en Torreón

En Torreón, la coordinación institucional se convirtió en un mito urbano.Mientras el Ayuntamiento presume “orden y seguridad”, sus direcciones se tropiezan entre sí como si cada una gobernara su propio municipio.Y el ejemplo más reciente nació de un lugar insospechado: un post ecológico.

La Dirección de Medio Ambiente publicó en redes sociales una jornada ecológica, pero aquella imagen terminó sembrando una crisis.
En la foto, agentes que parecían de Tránsito portaban armas, sonriendo bajo el sol como si fueran parte del decorado.

El mensaje parecía verde, pero la lectura fue gris:una unión improvisada entre Seguridad Pública y Vialidad, anunciada de dientes para afuera, sin sustento jurídico, sin protocolo operativo y sin comunicación oficial.

Y lo más incómodo: no fue un error casual.
Fuentes internas del Ayuntamiento aseguran que la publicación no fue inocente, sino una forma de evidenciar a Saltillo, los mismos que en su momento enviaron refuerzos estatales para intentar “poner orden” en la seguridad de Torreón.


El comisario Alfredo “el influencer” Flores, director de Seguridad Pública —y en teoría, el nuevo jefe “general” tanto de la Policía como de Vialidad— declaró:

“Yo mandé un comandante de Seguridad Pública para allá, para Vialidad.
Fue el que vieron con un arma. Es mío, cuenta con porte vigente, pero todavía no se decide el arma para los agentes de Vialidad.
Estamos trabajando con el alcalde para primero unificar Seguridad y Vialidad legalmente.”

La declaración contrasta con la del alcalde Román Alberto Cepeda, quien el 9 de septiembre aseguró que “no será estrictamente necesario modificar el organigrama para coordinar ambas corporaciones.”

“Más que una fusión formal, buscamos coordinación en los hechos. Lo importante es incrementar el estado de fuerza en materia de seguridad.”

El discurso político dice “coordinación”, pero el operativo avanza como si la fusión ya existiera.
El comisario habla de una integración legal “en proceso”, mientras el alcalde la descarta como innecesaria.
Una contradicción tan visible como las armas en el cinturón de los agentes… y tan notoria como una falta en plena cancha de futbol rápido.

En resumen: el operativo existe de hecho, pero no de derecho.
Y mientras los abogados “trabajan en ello”, las redes sociales ya dictaron sentencia.

El Reglamento Municipal de Torreón, en su versión vigente, mantiene intacta la Dirección General de Vialidad y Movilidad Urbana como una dependencia separada de la Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM). Incluso su página oficial continúa activa con programas propios como “Casco Seguro para Motociclistas” y campañas de educación vial. Nada —ni en el Periódico Oficial del Estado ni en actas municipales— indica alguna modificación legal o administrativa que sustente la supuesta “unificación”.

Así que, aunque el operativo exista, la fusión legal sigue siendo un espejismo burocrático. La coordinación, por ahora, es más una puesta en escena que una política pública

La confusión no solo evidenció fallas legales, sino también una crisis de comunicación institucional.
La oficina encargada de cuidar la narrativa del Ayuntamiento, Comunicación Social, brilló por su ausencia. Mientras Medio Ambiente encendía las redes con su publicación, la vocería oficial no emitió ni un boletín para aclarar el contexto o contener el daño.

Dentro del Ayuntamiento, todos saben la razón: grilla, control y soberbia.
El área, que membreta comunicados por #LadyFayuca, peleó a muerte el control de la fuente de Tránsito y Vialidad, pero no ha logrado emitir un solo comunicado con coherencia institucional.
Hoy, esa dirección opera como una trinchera política, no como un puente entre el gobierno y la ciudadanía. Donde debería haber coordinación, hay egos. Y donde debería haber estrategia, hay silencio.

El Ayuntamiento de Torreón no enfrenta una polémica de armas, sino una guerra interna de poder,
donde los boletines se esconden, los filtros fallan y las dependencias se pisan el discurso en público.

Torreón no necesita más armas.
Necesita reglamentos actualizados, líneas de mando claras y una comunicación institucional que no dependa del ego de una oficina.

Porque mientras el municipio dice que “trabaja en la unificación”,
la descoordinación ya es pública… y viral.

En la política lagunera, no todos disparan balas, pero varios disparan errores.

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