El café de hoy viene cargado de nombramientos, expectativas y, claro, una pizca de nepotismo disfrazado de mérito. Carlos Rangel ha sido designado como el nuevo delegado de la Fiscalía General del Estado en La Laguna 1, una decisión que muchos ya veían venir desde hace semanas. El nombramiento lo oficializará el nuevo fiscal estatal, Federico Fernández Montañez, en lo que algunos interpretan como un movimiento estratégico para dar un giro de confianza a la institución.
Pero, ¿quién es Carlos Rangel? No es cualquier nombre. Es hijo de Carlos Rangel Orona, expresidente de la Cámara Nacional de Comercio de Torreón (Canacoto) e integrante del Sistema Estatal Anticorrupción. ¡Ah, la ironía! Porque parece que en Coahuila la lucha contra la corrupción pasa, inevitablemente, por los mismos apellidos de siempre.
Lo curioso de todo esto es que los líderes empresariales de Torreón tienen una tendencia casi mística de acabar en cargos públicos. De los últimos diez presidentes de la Canacoto, siete han encontrado su camino hacia la función pública, ahí están los casos de Félix Pérez Murillo, Antonio Gutiérrez Jardón, actual regidor. Sin olvidar a Luis Cuerda, también parte de ese selecto club que parece haber encontrado en las cámaras empresariales su pasaporte directo hacia la política. Parece que la Cámara de Comercio no es solo una plataforma para impulsar el comercio, sino también un trampolín hacia el poder político. ¿Coincidencia? Difícil de creer.
El caso de Carlos Rangel es un ejemplo perfecto de cómo las conexiones y los lazos familiares siguen marcando el ritmo de la política en la región. Su padre, además de liderar Canacoto, fue uno de los impulsores del Sistema Estatal Anticorrupción, lo que debería hacernos pensar en la paradoja de que quienes diseñan los sistemas para combatir la corrupción son los mismos que ocupan los cargos que deberían ser vigilados.
Sin embargo, hay algo más que resalta en la trayectoria de Carlos Rangel: su paso por la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Coahuila (CDHEC) no fue precisamente intachable. En 2021, fue señalado por hostigamiento laboral y despido injustificado cuando fungía como coordinador de este organismo.
Pese a esto, para muchos, este puesto representa un voto de confianza para el joven Carlos Rangel, especialmente porque había muchos interesados en esa silla del edificio frío del periférico de Torreón. Entre los más mencionados, se habla de personajes cercanos a Shamir Fernández, el morenista más priista que sigue moviendo sus fichas políticas en la región.
Ahora, el nombramiento de Carlos Rangel trae consigo una gran responsabilidad y no pocas expectativas. La desaparición de Pablo Jared Vallejo Adame es uno de los casos más sensibles en la región y los familiares del joven han hecho un llamado claro al nuevo delegado para que este caso no se convierta en otro expediente olvidado.
«Con este inicio de año esperamos que el apoyo y trabajo del nuevo fiscal general del estado de Coahuila, Federico Fernández Montañez, y el delegado Carlos Rangel, se vean reflejados en la localización de Pablo Jared, que todas las preguntas que se han estado pidiendo por fin tengan una respuesta, que el proceso de investigación sea transparente y no haya irregularidades en el proceso, que ya no sean más días, meses, sin Pablo Jared Vallejo Adame», escribieron los familiares en redes sociales.
Este mensaje pone sobre los hombros de Carlos Rangel una carga pesada: demostrar que su nombramiento no es solo un favor político más, sino una oportunidad para marcar la diferencia en una región golpeada por la burocracia.
Porque, en La Laguna, ya estamos acostumbrados a ver cómo los mismos nombres y apellidos se reciclan en los puestos de poder. Ahora la pregunta es: ¿será Carlos Rangel diferente? ¿O solo otro eslabón en la cadena de privilegios y compadrazgos que caracteriza a la política local? Por el bien de las familias que aún buscan a sus seres queridos, esperemos que sea lo primero. Aunque, siendo realistas, el café de hoy sabe más a lo segundo.