En el Ayuntamiento de Torreón, las decisiones más recientes no dejan dudas: el «Club de Toby» sigue dominando el gabinete municipal, con un marcado desequilibrio de género que difícilmente pasa desapercibido. Lo curioso es que el verdadero poder no reside en la silla del alcalde Román Alberto Cepeda, sino en las manos de Angelina Lydia García Ruenes, jefa del Despacho del Alcalde, quien se perfila como la «reina sin corona» del séptimo piso.
Este viernes, al cierre de Cabildo y casi sin atención mediática, se oficializaron los nombramientos de directores de «segundo nivel». Entre los ratificados están:
Antonio Méndez Vigatá, el sin pena ni gloria» como director de Cultura, Su permanencia dejó fuera a más de una interesada, quienes ahora solo tienen la opción de seguir en la nómina estatalSin sorpresas, sigue Ramón Chufani, al frente del DeporteVíctor Navarro, el essecretario técnico ahora será el encargado de rellenar baches en el Sistema Integral de Mantenimiento Vial (SIMV), un movimiento interpretado como un descenso en el tablero político.Todo indica que la juventud y la ausencia de escándalos políticos colocarán a Roberto Escalante como el próximo gerente de SIMAS.Eduardo Terrazas Ramos, exgerente de SIMAS, fue reasignado a la Contraloría Municipal.De esta tanda , la única mujer incluida fue Marlene Martínez , ratificada en la dirección del DIF, un reflejo de la desigualdad que predomina en las designaciones municipales.
Mientras tanto, en el séptimo piso, Angelina Lydia García Ruenes mueve las piezas como si de un tablero de ajedrez se tratara. Su influencia es tal —y no precisamente por ser pariente de la esposa del alcalde, Selina Bremer Bredee— que logró el desplazamiento de Ariel Martínez, quien apenas se acomodaba en un cargo de relevancia. Fue relegado al frío cuarto piso tras un incidente ocurrido en octubre pasado, aprovechado por Angelina para consolidar su control.
La transición fue tan abrupta que, dicen las malas lenguas, a Martínez ni tiempo le dieron para empacar sus pertenencias. Ahora se rumorea que una auditoría personal de la «todopoderosa», como la conocen algunos directores, está revisando hoja por hoja los documentos de Martínez y solo espera que el verdadero jefede la notaría 96 que estaa a su nombre, vaya a dar fe.
En medio de este panorama, el alcalde Cepeda se percibe más como un actor secundario que como el director de la obra, dejando a los críticos cuestionarse si su administración podrá dejar una huella que no esté marcada por el dominio de un «Club de Toby» moderno y bien afianzado.
La pregunta es: ¿quién se atreverá a desafiar la hegemonía? O mejor dicho, ¿quién tiene el permiso de hacerlo?