
El silencio cómplice ante la violencia machista en Torreón

El 2024 fue un año particularmente sangriento para las mujeres en Torreón. Los números hablan por sí solos: según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre enero y agosto se registraron 313 casos de violación en el estado. Más alarmante aún, la ciudad alcanzó el octavo lugar nacional en feminicidios, con siete casos reportados en ese mismo periodo. Mientras el discurso oficial insiste en la narrativa de «seguridad y estabilidad», la realidad cotidiana para las mujeres en Torreón es otra: miedo, impunidad y calles cada vez más hostiles.
Si uno escucha a las autoridades, podría creer que Torreón es un oasis de paz y progreso. Pero un vistazo a las cifras revela lo contrario: expedientes de violencia de género que duermen el sueño de los justos, calles peligrosas y una agenda política donde el feminicidio y la agresión sexual son temas incómodos. «Orden y rumbo», dicen quienes gobiernan la ciudad; sin embargo, las mujeres siguen sin encontrar el camino a la justicia.
El 8 de marzo de ese año, cientos de mujeres tomaron la Plaza Mayor para exigir el fin de la violencia machista. Pancartas, consignas y un mensaje claro: que las autoridades dejen de simular interés y comiencen a actuar. Pero la protesta terminó en enfrentamientos con la policía municipal. Y en medio del caos, un silencio cómplice: Natalia Fernández, secretaria del Ayuntamiento, prefirió voltear hacia otro lado. Paradójico, porque cuando era coordinadora de la Cadena Feminista México en Torreón, era ella quien convocaba marchas y exigía justicia. ¿Qué pasó? ¿El poder político trae consigo amnesia selectiva o una rápida conversión al club de la indolencia institucional?
El 2025 no comenzó mejor. En febrero, un feminicidio por atropellamiento volvió a sacudir la ciudad. Y pese a las cifras, Torreón sigue sin generar políticas sólidas de protección a las mujeres. Lo más insólito es que, según Antonio Attolini, «Román Cepeda ha relegado su responsabilidad de defenderlas y protegerlas a los OXXOs de la ciudad». Como si la seguridad de las mujeres fuera una estrategia de marketing para una cadena de tiendas. “Pase a la siguiente caja”.
Este 8 de marzo, la movilización en Torreón vuelve a representar la lucha por los derechos de las mujeres y el cese de la violencia machista. Pero la pregunta está en el aire: ¿se sumarán a la protesta funcionarias como la síndica Natalia Fernández y la directora del Tribunal de Justicia Municipal, Martha Rodríguez? Ambas, en algún momento, dirigieron el Centro de Justicia para la Mujer en Torreón. Ambas saben lo que es la violencia institucional. Y, sin embargo, callan.
Porque la violencia no es solo lo que ocurre en las calles. También está en las oficinas del Ayuntamiento. Ahí, Natalia Fernández fue humillada por el propio alcalde Román Cepeda en reuniones de seguridad. Y las funcionarias de Comunicación Social sufren violencia pasivo-agresiva por parte de su titular, Yohan Uribe, quien arrastra denuncias de acoso laboral desde su paso por un medio de comunicación donde, por cierto, duró poco tiempo.
El problema no es solo de una funcionaria. Es el reflejo de un sistema donde el oportunismo pesa más que la convicción y donde la seguridad de las mujeres sigue siendo un tema incómodo que muchos prefieren ignorar. Pero la violencia no se disuelve con discursos vacíos ni con silencios cómplices. Se combate con justicia, con políticas efectivas y con la voluntad de no mirar hacia otro lado.