
Torreón sigue en la banca del gobernador: crecen funcionarios sin función

Los priistas en Torreón ya conocen esa ansiedad que se instala cuando el poder se tambalea. La sintieron cuando el tricolor perdió ante el PAN de Jorge Zermeño, en aquel paréntesis intenso de alternancia. Mientras Miguel Riquelme se acomodaba en la gubernatura, muchos se replegaron a la banca.
Hoy, ante la posible sucesión de Román Alberto Cepeda, varios colaboradores podrían volver a calentar asiento: las puertas empiezan a cerrarse y los sobrevivientes estatales también están sudando frío. A días del cierre electoral, la herencia del llamado Grupo Torreón no sabe si va o viene. Los pasillos gubernamentales huelen a nervios, colillas… y paranoia.
Uno de sus “ajustes visibles” fue retirar a Maru Villarreal de la Subsecretaría de Turismo y enviarla con pasaporte diplomático a Pro Coahuila, donde ahora despacha desde un coworking fifí en Paseo Milex, al norte de Torreón. Ahí también tiene oficina Eduardo Olmos… cuando se digna a aparecer. Su cargo de “vicegobernador” fue un premio de consolación tras no quedarse ni con la Secretaría de Gobierno ni con la de Seguridad Pública. Por eso es más fácil verlo rondando la Presidencia Municipal con Román que en sus propias oficinas.
Otro movimiento: colocar a Rodrigo González en el Centro de Convenciones Torreón, hoy convertido en un auténtico búnker estatal. Su equipo de comunicación —hay que decirlo— trabaja más (y mejor) que varios departamentos juntos. Están construyendo algo más sólido que lo que promete ser Torreón TV. Al menos ahí hay luz, internet… y dirección. En contraste, Lorena Safa fue bajada del CCT y enviada al aire lavado del viejo edificio Coahuila. Hoy funge como encargada del DIF Región Laguna, aunque su papel es más simbólico que operativo. En las colonias ya le dicen “la Paris Hilton lagunera”: aparece, sonríe… y desaparece.
Uno de los cambios más delicados ocurrió en Protección Civil. El relevo era inevitable: se decía que ahí se cobraba “por fuera” y no se reportaba. Salió Humberto, el inamovible, y entró Claudia González Díaz, una “líderesa fiel”, sin formación ni experiencia en el área. Su nombramiento fue otro favor político, , en su momremto Riquelme le otorgó una Fiat notarial como pago a su padre, Samuel González, que lleva años esperando una candidatura.
Como Claudia no domina el tema de protección civil , le metieron refuerzos:como Glenda Quintero, trasladada desde Medio Ambiente tras varios roces con Susana Estens. Pero ni Glenda yotros subordoinados enfrentan la prepotencia de Claudia.
Los empresarios se quejan: de la tituñar llega acompañada de un hombre que porta un arma ; además de que su deoendencia utiliza el chaleco oficial de Protección Civil como pase VIP a conciertos y partidos. Y cuando acude a un accidente con reflectores, se toma selfies, aunque haya víctimas detrás, como ocurrió en el trágico accidente en El Cuije. Su paso ya es tan gris como cuando fue síndica sustituta. La preocupación no es gratuita: Torreón está en zona de riesgo constante. Tener a alguien sin preparación al frente… da miedo.
Algunos funcionarios reaparecen en eventos creyendo que eso les garantiza permanencia o ascenso. Caso ejemplo : Simón Gutiérrez “El Gutys”, excomunicador estatal, hoy a cargo del oxidado Metrobús bajo la Subsecretaría de Transporte. Más que un ascenso, su cargo parece una despedida. El proyecto sigue paralizado y su presencia, como la del propio Metrobús, es casi decorativa. Algunos creen que su regreso buscaba reflotar su figura. Otros, que fue un olvido administrativo más que una jugada seria. Las quejas por su maltrato a la prensa —herencia viva— siguen ahí.
Recaudación de Rentas: una oficina vigilada… pero vacía
Donde sí les urge una sacudida es en Recaudación de Rentas, dirigida por Lety Castaños. Empleados la describen como guardia de seguridad con alma de carcelera. Si alguien platica: lo calla. Si alguien se asoma al pasillo: lo regresa. Mientras tanto, se fuma una cajetilla diaria… en su oficina pública.
Literal. Vigila como si ahí custodiaran lingotes de oro, aunque no se maneje ni un peso en efectivo. Controla las cámaras, pero no la desconfianza. Su trato raya en el hostigamiento.
¿Renovación? Ni luces
Lo cierto es que Manolo Jiménez no ha dado señales claras de renovación en Torreón. A casi dos años como gobernador, ¿espera que todo se acomode solo? ¿O simplemente no quiere tocar los intereses rancios del Grupo Torreón?
La ciudad s sigue llena de funcionarios que ni pintan ni gobiernan. Sobreviven con presupuestos mínimos, como si fueran parte del inventario… y del olvido.
En el ajedrez del poder estatal en Torreón, las piezas están colocadas. Pero nadie está jugando.
Román Alberto Cepeda, pese a sus tratamientos —que ahora reconoce— dice que se la pondrá difícil al gobernador, quien lo quiere fuera en julio para que “se atienda”.
El reloj avanza, la nómina aprieta, y los ciudadanos seguimos esperando que alguien, al menos, encienda la luz de la gestión pública real.