La Laguna: entre los discursos y la inseguridad

Hacemos un paréntesis del chisme político en Torreón —el que prometimos ayer— para mirar el tema que realmente está quemando a la región: la seguridad.

El viernes 3 de octubre, en la colonia Filadelfia de Gómez Palacio, dos hombres a bordo de una motocicleta arrojaron un artefacto explosivo contra una vivienda. El estallido dañó vidrios, puertas y automóviles.
Horas después, la policía localizó una mochila con otro explosivo artesanal.

Un día más tarde, la violencia volvió a estallar cuando civiles armados atacaron a policías en pleno Periférico de Gómez Palacio, a la luz del día. Mientras tanto, en Torreón, los operativos derivados de estos hechos dejaron tres armas largas, cinco explosivos y varios detenidos, según confirmó el fiscal de Coahuila, Federico Fernández Montañez.
Ni paranoia ni rumor: los hechos son verificables. Las armas cruzan el Nazas con más facilidad que la información entre gobiernos.


Llamar a esto “incidentes aislados” sería un insulto a la inteligencia.
Pero los gobiernos sí logran aislarse: la frontera entre Durango y Coahuila sigue siendo un muro invisible de burocracia, y a la vez, un muro de cristal donde todos se ven, pero nadie se toca.

Tras el ataque, la alcaldesa gomezpalatina Betzabé Martínez Arango apareció frente a las cámaras con un mensaje predecible:

“Son hechos que ya se investigan.”

El problema no fue la frase, sino la escena completa. La alcaldesa, emanada de Morena, repitió palabra por palabra el libreto priista: más retórica que fondo.


Y para completar el cuadro, recientemente ratificó como director de Seguridad Pública a un mando reciclado de la administración de Leticia Herrera Ale, aquel mismo esquema que presumía “blindaje” mientras los índices de violencia se disparaban.

Mientras Betzabé intentaba limpiar la imagen del municipio con declaraciones planas, el fiscal coahuilense Fernández Montañez ofrecía una rueda de prensa quirúrgica, con frases de sublectura:

“Aquí hay coordinación; desde el primer minuto compartimos información con Durango. Aunque los hechos ocurrieron allá, nos duelen como si fueran en Torreón.”

El alcalde de Torreón, Román Alberto Cepeda González, estuvo ahí… pero solo como oyente. Sin pronunciar una palabra.


La fiscal duranguense Sonia Yadira de la Garza opta por el silencio, aun cuando las imágenes mostraban a hombres armados disparando en pleno Periférico.
Y el gobernador priista Esteban Villegas Villarreal, más preocupado por mantener simpatías con la presidenta Claudia Sheinbaum y posar sonriente en su informe, dejó la crisis en piloto automático.

Coahuila presume coordinación, Gómez improvisa discurso y Durango guarda silencio.
Y en medio, La Laguna se queda sin mando claro.


Las alcaldesas de Gómez Palacio y Lerdo ya cumplieron más de un mes en funciones, y aún no se han reunido con el edil torreonense.
No es olvido: es falta de voluntad de los tres. Cada quien administra su narrativa, no su territorio.
El fuego cruzado no distingue colores, pero los políticos sí distinguen a quién deben agradar antes de actuar.

Si se juntan los hechos —los ataques, los decomisos, los deslindes y los silencios— se obtiene una conclusión sencilla:
la inseguridad crece al mismo ritmo que la diplomacia intermunicipal.


La ENVIPE 2024 del INEGI lo deja claro: casi el 50 % de los laguneros se siente inseguro.
Entre las mujeres, la percepción supera el 45 %.
Los lugares más temidos no son cuarteles ni retenes: son cajeros automáticos, camiones urbanos y calles oscuras.

La confianza en el Ejército y la Marina rebasa el 90 %.
La Policía Municipal apenas roza el 60 %.


🏙️ Una región con potencial… y sin mando

La Laguna podría ser ejemplo nacional de planeación interestatal:
1.8 millones de habitantes proyectados para 2040,
un corredor industrial fuerte, ese mismo donde hoy se disparan a plena luz del día entre los límites de Durango y Coahuila.

Pero seguimos atrapados en la indiferencia de vecindad y los discursos reciclados.
La homologación de reglamentos y estrategias de seguridad no es un capricho: es la única manera de que esta región funcione como bloque y no como archipiélago político.

Hasta que eso no ocurra, La Laguna seguirá siendo un gigante con pies de barro.

Un comentario

  1. ¡Qué espectáculo lacónico! La inseguridad nos araña las orejas mientras los alcaldes dan clases de interpretación teatral con sus investigaciones y coordinaciones predecibles. Más drama que un telenovela lagunera: el libreto priista al lado del moreno, con los fiscales como doctores sin scruples y el gobernador más preocupado por su auto-fotografía que por la seguridad. Si el fuego cruzado no distingue colores, la falta de voluntad política sí lo hace, con una diplomacia intermunicipal que se mueve más despacio que un camión urbanero atascado. Mientras la ENVIPE nos recuerda que casi la mitad de La Laguna pide a gritos un guardia personal, nuestros líderes siguen tejiendo narrativas en lugar de solucionar problemas. ¡Un cuadro perfecto donde la inteligencia pública parece ser el arma más débil de todos!tải đồng hồ đếm ngược

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