
Rally Coahuila 1000: la carrera donde la meta es el privilegio
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La edición 2025 del Rally Coahuila 1000 arrancó motores y, de paso, guardó en el taller los viejos encontronazos políticos… al menos por unos días de tregua. Entre el rugir de las máquinas y el aroma a gasolina VIP, el gobernador de Coahuila Manolo Jiménez, el alcaldede Torreón Román Alberto Cepeda y el exgobernador –hoy senador– Miguel Ángel Riquelme posaron sonrientes para la foto, como si nunca se hubieran rebasado en la pista del poder.
La parrilla de invitados fue más corta que en otros años, pero igual de exclusiva: Xavier Herrera, subsecretario de Asuntos Políticos en La Laguna; los exfuncionarios estatales Chema Fraustro, Márquez,Nerioy el Diablo de las fuentes;de el municipio furton: el jefe de Gabinete Ariel Martínez; el titular de Tránsito y Movilidad Luis Morales (ojalá sin libreta de multas en mano); “Chacho”, director de Servicios Administrativos; Gerardo Viesca Sánchez, de la Junta Municipal de Reclutamiento; y Ramón Chufani, de Deporte. Entre abrazos, selfies y el polvo de la arrancada, los funcionarios parecían más en un “team building” que en una competencia de alto rendimiento.
Ahora, para quienes creen que esto es “solo subirse y manejar”, vale recordar que ser parte de este rally cuesta… y mucho. La inscripción para pilotos es de 8,300 pesos; copilotos, 5,800; el sistema de navegación Stella, 5,700, más un kit de instalación de 3,500. Todo sin incluir hospedaje.
Pero la verdadera liga VIP está en las unidades racer. Los precios dependen del tipo de vehículo, la marca, las modificaciones y si es de fábrica o personalizado. Por ejemplo:
Un Polaris RZR de carreras: entre 20,000 y 40,000 dólares.
Un buggy de rally: desde 100,000 hasta 300,000 dólares o más.
La Ford Bronco DR, diseñada para devorar desiertos: alrededor de 250,000 dólares.
El Zarooq Sand Racer: entre 80,000 y 160,000 dólares.
Será por eso que muchos prefieren ahorrar para la lista de útiles escolares… o para irse s un tiempo compartido en Mazatlán o Parras, en algún hotel boutique de un político.
Y eso es antes de sumar jaulas antivuelco, suspensiones reforzadas, motores mejorados, transporte, mantenimiento, neumáticos y combustible. En pocas palabras: aquí no basta con “tener carro”, hay que tener cartera y agenda.
La Coahuila 1000 sigue siendo, más que una competencia, un desfile de poder político y económico, donde lo importante no es quién cruza primero la meta… sino con quién cruzas y en qué estás montado.