
El “suicidio político” en Coahuila: partidos juegan estar en la cuerda floja

Este 10 de septiembre se visibiliza el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, un tema de salud pública que merece menos espectáculo y más políticas públicas serias. Con el debido respeto al tema, la metáfora resulta inevitable en la política coahuilense: hay partidos que, en vez de fortalecer su identidad, parecen empeñados en llevarse solos al despeñadero. No luchan por convicciones ni por representar a sus bases: se limitan a subastarse al mejor postor.
El PAN, que alguna vez fue referente de oposición en el estado, hoy aparece fracturado y debilitado. Su “nueva” dirigencia estatal, encabezada nuevamente por Elisa Maldonado, promete unidad, pero la realidad contradice el discurso. La fracción parlamentaria del blanquiazul en el Congreso —que llegó gracias a la alianza con PRI y el ya extinto PRD— se rompió. Tres de sus cuatro integrantes (Blanca Lamas, Edith Hernández y Alfredo Paredes) desconocieron a Gerardo Aguado como coordinador de bancada, acusándolo de falta de liderazgo y de cercanía con el priismo lagunero. Aunque aseguraron que seguirán dentro del PAN y de la Alianza Coahuila, el hecho es que el capital político panista se reduce elección tras elección: en 2023 apenas alcanzó 83 mil votos, cifra que lo coloca ya en la categoría de “partido chico”.
El PT enfrenta el mismo dilema: por sí solo es marginal (117 mil votos en 2023), pero en alianza con Morena logra sobrevivir y negociar espacios. Su estrategia consiste en victimizarse, alegando que “no los toman en cuenta”, para después vender caro su respaldo. Sin Morena, el PT no existe.
Incluso, Diego del Bosque, dirigente de Morena en Coahuila, insiste en que existen condiciones para reeditar una coalición con el PT rumbo a 2026. Reconoce que la división de 2023 favoreció al PRI, pero su lectura está lejos de la realidad nacional: sigue respaldado por Ricardo Mejía Berdeja, a pesar de que la propia Claudia Sheinbaum lo acusó de traicionar a la Cuarta Transformación cuando se lanzó como candidato del PT a la gubernatura.
El PVEM es aún más frágil: apenas 59 mil votos en la última elección local, siempre a la sombra de Morena o de cualquier partido fuerte en turno. En Coahuila su presencia se asocia al liderazgo de Refugio “Cuco” Sandoval, operador que ha convertido al Verde en un instrumento del priismo. Esta semana fueron llamados para operar fuego amigo en Torreón a través del chaleco de Mejora Coahuila: de la noche a la mañana movilizaron militantes del sector XI para generar ruido político en el “círculo verde” del edificio Coahuila. Hubo fotografías filtradas y columnas alineadas desde el priismo torreonés.
La puesta en escena fue torpe: ni los propios protagonistas querían dejar el chaleco verde y al final quedaron exhibidos como si nada hubiera pasado. Lo más llamativo fue ver eventos de Mejora en la misma Presidencia Municipal, cuando hace poco este programa era tema prohibido en el Ayuntamiento y se escondía hasta todo con la letra “M” en las bodegas de Desarrollo Social. ¿O no, Héctor Estrada? La reunión del miércoles con funcionarios estatales de esta dependencia y directores cepedistas parecía más una junta de gabinete que un acto ciudadano. El Verde sabe que, sin estas maniobras, no alcanza ni el 3% necesario para mantener el registro.
Aun así, el dirigente nacional del Verde, Arturo Escobar, anunció que competirán solos en la elección de diputaciones locales de 2026. ¿Usted le cree? Según él, el crecimiento del partido en el estado permite pensar en una participación independiente.
En la política coahuilense, hablar de “suicidio político” no es exageración: es el riesgo real de los partidos que abandonan las causas ciudadanas para dedicarse al regateo electoral. PAN, PT y PVEM parecen más preocupados por sobrevivir como franquicias que por representar a la sociedad.
Y lo cierto es que, cuando un partido decide vivir solo de alianzas o de vender su respaldo, en realidad ya empezó a escribir su propia nota de despedida.
