
La Laguna Blindada… contra sí misma

En La Laguna, los puentes ya no unen: separan no solo a Torreón de Gómez Palacio o Lerdo… sino a sus gobiernos.
El cierre “por seguridad” de los accesos entre Coahuila y Durango volvió a exhibir la fractura metropolitana que se disfraza de coordinación.
Mientras el alcalde priista de Torreón, Román Alberto Cepeda, defendió la medida como “preventiva”, la alcaldesa morenista de Gómez Palacio, Betzabé Martínez, la calificó sin rodeos en su conferencia semanal: “una ocurrencia improvisada.”
Y quien apenas apareció en este tema fue la también priista de Lerdo, Susy Torrecillas, quien se alineó con Torreón y defendió los retenes. Incluso presumió haber gestionado uno en la carretera de León Guzmán, “para cuidar el paso de los productores de nuez y blindar la zona.”
“Somos una sola región; compartimos historia, familia y economía. Las decisiones improvisadas no ayudan, hay que coordinarnos desde las mesas de seguridad”, reclamó Betzabé.
Ese contraste marcó el primer desencuentro público entre las alcaldesas laguneras, que mostraron sus colores: una llama al diálogo, la otra al respaldo político.
Más allá de los discursos, la realidad es otra: no existe coordinación real ni reuniones conjuntas entre los tres municipios.
Cada quien levanta sus filtros, dicta su versión y mide su propio control del territorio.
Este lunes, por primera vez, los alcaldes laguneros coincidieron —aunque no por iniciativa propia—, sino porque asistieron al relevo del Mando Especial de La Laguna, ahora encabezado por el General Brigadier Edilberto Jasso Godoy.
Con él, ya son tres mandos en menos de dos años: antes estuvieron el General Pedro Alberto Hernández Gallardo y el General Héctor Jiménez Báez.
La rotación es tan constante que el Mando Especial parece más una caseta de paso que una estrategia regional.
El Mando Especial fue creado para coordinar esfuerzos entre las corporaciones de Coahuila y Durango, integrar inteligencia y planear operativos conjuntos.
Pero su función —clave para la seguridad metropolitana— ha terminado convertida en una estructura simbólica, rehén de los cambios políticos y los intereses estatales.
Cada nuevo mando llega con discurso de continuidad, pero sin continuidad real: no hay diagnósticos compartidos, ni estrategias sostenidas, ni resultados públicos.
En el papel, el Mando Especial representa la unidad.
En la práctica, evidencia la descoordinación institucional entre alcaldes, estados y fuerzas federales.
En medio del caos, el jefe de la Policía de Torreón, el influencer Alfredo Flores Originales, atizó la polémica con una frase que se volvió viral:
“Nos interesa la seguridad, no que pierdan diez minutos.”
Palabras que, lejos de tranquilizar, reforzaron la sensación de soberbia e improvisación.
Tres gobiernos municipales, tres discursos y un mismo resultado: descoordinación institucional.
Mientras Torreón levanta muros, Gómez Palacio exige diálogo y Lerdo aplaude al vecino, la región entera pierde tiempo, movilidad y confianza.
La Laguna no necesita más filtros ni más relevos militares.
Necesita coherencia, continuidad y voluntad política para hablarse antes de blindarse.
Porque cuando los mandos se cambian como calcetines y los alcaldes gobiernan con ego, la única frontera real no es el Nazas:
es la desconfianza.