
Sheinbaum visita, pero ¿quién cura a Morena Coahuila?

La presidenta Claudia Sheinbaum vuelve a Coahuila. No, no es déjà vu. Esta vez no viene solo a pasearse por el edificio del nuevo Hospital Regional de Alta Especialidad del ISSSTE en Torreón, como en aquella visita exprés de junio pasado junto a Andrés Manuel López Obrador, cuando aún olía a triunfo virtual. Hoy regresa para inaugurar oficialmente el inmueble… y, de paso, tal vez a hacer cirugía mayor en el corazón morenista local.
Porque si algo necesita Morena Coahuila, es más que una consulta general: requiere terapia intensiva. La presidenta nacional del partido, Luisa María Alcalde, ya está convocando a lo que parece más una sesión de “autoayuda política” que una verdadera reunión de estrategia entre los morenistas de la entidad.
¿Y Claudia Sheinbaum? ¿Viene a reforzar el mensaje, a alinear a los impresentables… justo ahora que el Partido Verde ha decidido jugar sin alianzas en el 2026 en Coahuila?¿O simplemente viene a posar junto al priista Manolo Jiménez, quien se perfila como testigo incómodo de esta tragicomedia multipartidista?
No falta quien sospeche que el encuentro con Manolo es algo más que institucional: un discreto coqueteo político, una invitación velada a sumarse a la 4T… si no con votos, al menos con gestos. Manolo buscará reforzar su programa estrella de Mejora, Sheinbaum presume gobernabilidad. Intercambio justo en tiempos preelectorales.
Pero el morbo no termina ahí. La presencia del delegado de los programas federales en Coahuila, Américo Villarreal Jr., sigue generando escozor. Aquí, en La Laguna, no se necesita visa para los rumores, y menos cuando estos incluyen vínculos sentimentales con la senadora Cecilia Guadiana. Villarreal, heredero de una familia envuelta en sospechas legales con tintes internacionales. ¿Otra razón más para que la visita presidencial venga con estetoscopio político incluido?
Por cierto, si de salud hablamos, hay que decirlo sin anestesia: el ISSSTE, donde se podrían atender la mayoría de los burócratas (en teoría), es un hospital que busca ser menos archivo muerto y más esperanza médica. ¿Veremos al alcalde Román Cepeda ocupando una cama allí? Difícil. Dicen que el edil apenas puede con su agenda entre siestas y delegaciones. Lo único que entra a su oficina con frecuencia es su esposa.
La pregunta no es nueva, pero vale la pena repetirla: ¿cuándo fue la última vez que un político se atendió en un hospital público sin cámaras ni excusas? Porque para una gripe leve hay paracetamol en la farmacia, pero para los VIP del poder, solo suites hospitalarias privadas con vista al ego.
Y así, entre cortes de listón, discursos reciclados y un edificio brillante pero aún sin rodaje, el nuevo hospital del ISSSTE promete lo de siempre: un mejor servicio, más cobertura y atención humana. Lo mismo que decían del anterior, el viejo y ya fatigado Hospital “Dr. Francisco Galindo Chávez”, mejor conocido como el de La Alameda, que cerrará sus puertas tras seis décadas de historia. ¿Qué será de él? Algunos aseguran que un poderoso grupo médico privado, como Andalucía, podría quedarse con el inmueble. Otros dicen que el propio ISSSTE lo convertirá en centro de atención familiar. Entre rumores y burocracia, lo cierto es que el cierre trae consigo más preguntas que certezas.
Lo irónico es que, en pleno siglo XXI, seguimos viendo hospitales públicos que se construyen con dinero del pueblo… para que los políticos los usen como fondo para fotos, no como opción de salud. El bisturí del poder corta más profundo que cualquier cirugía real. Lo único seguro es que el edificio nuevo resistirá más años que muchos de los que hoy lo presumen.
¿Vendrá Claudia a imponer orden entre los morenos o solo a maquillar el caos con sonrisa, tijeras y promesas universales? Tal vez, como siempre, lo más sano sería no ilusionarse tanto.
Que pase el siguiente… si es que hay cama disponible.