
De Secretaría a Despacho: más calor que poder en La Laguna

Saltillo volvió a hablar en La Laguna.
Y, como casi siempre, lo minimizó.
Los nombramientos ya no huelen a poder… sino a simulación con aire acondicionado y café tibio.
Este miércoles por la mañana se anunció, en un evento privado, al nuevo “encargado del despacho” de la Secretaría de Desarrollo Regional, esa dependencia decorativa que muchos daban por desaparecida… pero que, al parecer, seguirá viva por respiración política asistida.
El protagonista fue Hugo Dávila, presentado con cara de susto, entre aplausos forzados, micrófonos de ocasión y apenas una veintena de funcionarios sobrevivientes del Estado en la región, convocados con engaños al Centro de Convenciones de Torreón.
La invitación —ironías del destino— llegó firmada por la Secretaría de Finanzas, por lo que muchos creyeron que iban a recibir su finiquito. Pero no: todavía no.
El evento se realizó en el Centro de Convenciones de Torreón, el búnker lagunero de Saltillo, con el minisplit encendido y mucha confusión.
Quienes esperaban una renovación real se toparon con lo de siempre: discursos para justificar sueldos y una Secretaría que parece más de conserjería que de desarrollo.
No hubo papeles, ni nombramientos formales, ni rumbo. Solo un mensaje político disfrazado de institucionalidad.
Óscar Pimentel, secretario de Gobierno, fue el portavoz del gobernador Manolo Jiménez, quien prefirió no darle mayor peso al acto.
El subsecretario Diego Rodríguez trató de calmar los ánimos ante los rumores de recortes y reacomodos;
Gabriel Elizondo, coordinador estatal de Mejora, estuvo más ocupado en su celular que en el evento;
y Hugo Dávila, el supuesto festejado, agradeció “la confianza” con voz temblorosa y la mirada de quien entiende que lo nombraron, sí… pero para cargar con la incertidumbre.
Porque —dato importante— Pimentel nunca dijo que Hugo se quedaría con los dos puestos.
Solo mencionó que quedaría como “encargado del despacho” de la Secretaría de Desarrollo Regional, sin aclarar si también seguiría como coordinador de Mejora en La Laguna.
Ni Elizondo lo confirmó.
Hugo, visiblemente desencajado, improvisó su versión y, más tarde, publicó en redes un mensaje apresurado de agradecimiento, intentando corregir lo que en realidad fue una designación confusa.
La Secretaría que alguna vez tuvo presupuesto, vehículos y personal, hoy no tiene ni papel.
Las ausencias también hablaron: Lety Castaño no apareció, Verónica Soto, del Teleférico, tampoco.
Solo un grupo reducido de funcionarios confundidos que comprendieron que la Secretaría se deshace entre simulaciones.
Durante el evento, varios presentes se preguntaban quién se quedaría entonces al frente de la coordinación de Mejora.
Y por si faltaba ironía: varios, como Chuyito Sotomayor, ya se veían al frente de la Secretaría hoy degradada a despacho.
Todo indica, sin embargo, que su verdadero encargo será liderar una candidatura a diputación local, lo que desató molestia en la estructura, pues —dicen— no conoce las colonias populares, solo los circuitos donde hay rutas de carreras internacionales y los círculos del club de las 5 AM con el morenista Luis Fernando Salazar.
Lo mismo ocurrió con Flor Rentería y Simón “Guty” Gutiérrez, quienes también se veían sentados en el edificio en desuso del Periférico…pero a este último solo le dieron más chamba: coordinar Mejora en los municipios de La Laguna, excepto Torreón.
Mientras tanto, David Flores Lavenant, con su “puestazo” de jefe de gabinete de la dependencia, también quería ese nombramiento, además de mantener vivas sus aspiraciones de regresar a la alcaldía de Francisco I. Madero.
Otros aseguran que el nombramiento de Hugo fue más bien para quitarle las llaves a Lavenant de la oficina más grande del viejo edificio Coahuila, la misma que alguna vez ocupó —dos veces— Eduardo Olmos, y que hoy no tiene ni aire lavado… solo techos caídos y promesas rotas.
Así, entre padrinos, simulaciones y selfies institucionales, la Secretaría de Desarrollo Regional se confirma como lo que siempre fue:
una oficina sin brújula, sin poder y sin desarrollo… pero con mucho calor político.
Y lo que sí fue verdad: de esa junta salieron más caras largas que felicitaciones… y un nuevo aire de descontento entre los laguneros.
