Del orden al arameo: Torreón fragmentado en comunicación

Columna de opinión crítica. Todo lo aquí expuesto se sostiene bajo el ejercicio del derecho a la libre expresión, con base en hechos públicos y análisis satírico. Presuntamente, claro está…


¡Albricias, albricias!… Felicidades —y no, no es sarcasmo gratuito— al área de Comunicación del Ayuntamiento de Torreón. Tampoco es que se haya equivocado de columna, ni que esta haya sido escrita por algún consultor a cambio de 7 mil pesos mensuales y un plato de menudo. Esta vez, va en serio… o casi.

Y es que, por un día —uno solito— la narrativa oficial pareció tener algo de orden. O al menos, menos desorden. ¿Será que cambiaron de asesorde comunicación?

Este jueves, el Ayuntamiento de Torreón amaneció inusualmente conciliador, casi como si le hubieran untado árnica a su soberbia. El tema: la tala de árboles del camellón central por las obras del Sistema Vial Abastos–Independencia. Un asunto más delicado que la piel del ego municipal.

Sabemos que toda obra implica sacrificios. Pero en una ciudad donde el calor derrite hasta la paciencia, quitar árboles es como quitarle el hielo al agua: una provocación. Por eso, cuando se supo que empezarían a desaparecer las sombras, la ciudadanía —como era previsible— brincó. Y con toda razón.

Pero he aquí lo insólito: hubo reacción institucional. Aparecieron voceros, directores, hasta funcionarios medio olvidados.
Fernando Villarreal (Servicios Públicos), Juan Adolfo Von Bertrab (Obras Públicas) y Marcelo Sánchez Adame (Medio Ambiente) salieron —cada quien desde su trinchera o su guión— a dar explicaciones. Algunos con soltura, otros con torpeza, pero ahí estaban, dando la cara… más o menos.

Claro que aún hay detalles que pulir: no coincidieron en las cifras, algunos hablaban de “reubicación”, otros de “compensación”. Se agradece el intento, sí, pero también les faltó mandar bien la pelota al área del Gobierno del Estado, pues se trata de una obra en conjunto. Aun así, al menos por ese día, pareció que el Ayuntamiento entendió que ignorar ya no es opción.

Y sí, presuntamente, también lograron otro objetivo: disminuir el eco del diputado Antonio Attolini, que andaba afilando su plataforma digital de denuncias contra la administración. Fue como si el equipo de comunicación hubiese anotado un gol… aunque fuera con la mano y en fuera de lugar.

Pero el sueño duró poco. Justo cuando todo parecía alineado, reapareció por la tarde del mércoles el alcalde Román Cepeda en un evento de SIMAS con personal sindicalizado y —¡pum!— otra vez el silencio. A nadie se le ocurrió avisarle que la narrativa ya había cambiado, que el libreto era otro. Y el evento se fue como agua sin presión: tibio y sin gracia.

¿La causa del desliz? Presuntamente, la intervención del dúo de comunicación de Román: Yohan Uribe «Lord Fragmentado» ysu segunda «Lady Fayuca», quienes intervinieron para que el evento no se publicara pues mandaron un boletín tardío y escrito en arameo, según hicieron un paréntesis en su nueva encomienda: estudiar manuales de represión de 1968 y medir caricaturas políticas con regla de primaria, intentando ver si algún dibujo “ofende” a la investidura del poder.


Así que sí: tarde, pero sin sueño. Torreón merece comunicación pública responsable, y también merece críticas —como esta— que, bajo el amparo constitucional de la libre expresión, sirvan de espejo, aunque sea empañado. A fin de cuentas, callar por costumbre también es una forma de corrupción.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *