Mañanera y balazos en vivo: la seguridad descarrilada

La muerte llegó por celular, a plena luz del día y con la conferencia de seguridad como telón de fondo. Frente a los ojos del país y en plena mañanera del pueblo, el ritual del poder se fracturó. Mientras el equipo de Claudia Sheinbaum hablaba de vigilancia “inteligente” y coordinación estratégica, las balas silenciaron el discurso.

Ximena Guzmán, secretaria particular y mano derecha de la jefa de Gobierno Clara Brugada, y su asesor estrella José Muñoz, ambos funcionarios morenistas, fueron ejecutados en Calzada de Tlalpan. No fue un asalto. No fue un caso fortuito. Fue un mensaje dirigido tanto a Brugada como a Sheinbaum: aquí no hay zona segura ni “mañanera” blindada.

El rostro  del titular de la Secretaría de Seguridad.Omar García Harfuch al compartir la noticia con sus compañeros de gabinete —y con la propia presidenta— evidenció lo que pocos quieren aceptar: su estrategia de seguridad acaba de hacer crisis. En vivo. Y en cadena nacional.

El gobierno federal y sus réplicas estatales insisten en una narrativa de reducción de homicidios, blindaje institucional y control territorial. Pero los cadáveres no caben en las presentaciones de PowerPoint. Menos aún si pertenecen al equipo cercano del poder.

Lo de este martes no fue solo un crimen. Fue una advertencia. Y en México, cuando el mensaje viene en forma de balazo, no hay mañanera ni “abrazo” que lo borre.

No se trata de especular, pero cuando el crimen toca el escritorio de la secretaria particular de la capital, el silencio institucional pesa más que cualquier discurso. La reacción de Clara Brugada fue tibia: solo consternación. Y en política, cuando no se habla, también se comunica. Se sospecha. Se señala.

En los pasillos de Morena ya se cuchichean hipótesis que nadie quiere verbalizar:

  • ¿Fue un pase de factura interno?
  • ¿Un ajuste de cuentas disfrazado de inseguridad común?
  • ¿Una muestra de poder del crimen organizado hacia el nuevo régimen?

El silencio no ayuda. La omisión tampoco. Quien sí fue directa fue Claudia Sheinbaum:

“Todo el apoyo que requiera la jefa de Gobierno para la investigación y para llegar al fondo de esta situación, que no haya impunidad”, sostuvo la mandataria.

“No habrá impunidad”, replicaron en coro varios protagonistas de la 4T. Pero la pregunta sigue flotando en el aire: ¿y la estrategia?

Mientras tanto, Omar García Harfuch —el “zar de la seguridad”, sobreviviente de atentados, figura fuerte de la 4T y pieza clave en el proyecto presidencial de Sheinbaum— abandonó la conferencia para atender la crisis. Justo cuando hablaban de éxito en materia de seguridad. Ironía con filo.

Lo ocurrido deja grietas profundas en el relato de gobierno de la presidenta: rompe la narrativa de paz progresiva y control territorial. Exhibe que la violencia ya no respeta jerarquías, ni ideologías, ni lealtades políticas.

Cuestiona directamente la eficacia de Harfuch, el mismo a quien ya apuntan como futuro inquilino de Palacio Nacional.

Y revive un viejo debate con nueva fuerza: ¿quién manda realmente en México, el Estado… o los poderes paralelos?

En medio del caos, trascendió un rumor de alto calibre: el general Ricardo Trevilla, jefe del Estado Mayor de la Sedena, habría lanzado una advertencia directa a Sheinbaum:

“Señora, llegó la hora de que elija: o Harfuch, o nosotros.”

En abril de 2025, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana reportó un promedio diario de 65.3 homicidios dolosos, una baja frente a los 86.9 diarios de septiembre de 2024. Pero las estadísticas no protegen. Y el asesinato de dos funcionarios de alto nivel en la capital lo deja claro: la percepción pública se alimenta de hechos, no de gráficas.

Fue el día en que la seguridad dejó de ser un Indicador Clave de Desempeño para convertirse en una bomba política.

El día en que la política mexicana recibió un recordatorio brutal: aquí no gobierna solo el Estado.

Y mientras Sheinbaum pide “no especular” y Brugada guarda un silencio institucional, el país especula por necesidad, no por morbo.

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