La inseguridad lleva a Román Cepeda al Congreso: hecho sin precedente reciente
Cuando un alcalde es citado a comparecer ante el Congreso, no se trata de un café entre colegas ni de un foro ciudadano lleno de aplausos prefabricados. Es, lisa y llanamente, una obligación institucional. Y en Coahuila, esa línea de formalidad ya fue cruzada con una citación en mano.
El alcalde de Torreón, Román Alberto Cepeda, y el fiscal general del Estado, Federico Fernández Montañez, están oficialmente convocados a comparecer este lunes 28 de abril ante la Comisión de Seguridad del Congreso de Coahuila. ¿La razón? la evifdente falta de coordinación en seguridad pública que se cae a pedazos… y una estrategia que, si existe, se parece más a un acto de fe que a un plan funcional.
Y no, esta vez el Congreso no está pidiendo explicaciones con guante blanco: las está exigiendo con mano firme. Esto no es un desayuno político ni una charla de sobremesa. Es una comparecencia formal respaldada por la ley, donde los discursos vacíos ya no caben —aunque sabemos que algunos aún intentarán meterlos con calzador.
Los tiempos cambian. Hace 12 años, el miedo en Torreón tenía nombre y siglas. Hoy, el terror ya no proviene únicamente del narco, sino de quienes se supone deberían protegernos. El asesinato de Rolando Medina en Nuevo Mieleras, a manos de policías municipales, y el crimen de Emmanuel Ayala, árbitro golpeado hasta morir en plena cancha amateur, revelan un escenario en el que la autoridad, cuando aparece, es para empeorar las cosas o fingir que no existen.
La ciudad no solo sufre por la violencia, sino por la ausencia total de coordinación. Aquí cada quien juega su propio partido y la estrategia de seguridad parece diseñada por alguien que nunca salió del escritorio.
El diputado morenista Antonio Attolini, presidente de la Comisión de Seguridad, se ha convertido en el principal crítico de Cepeda y su gobierno. Y su postura no deja lugar a interpretaciones:
“Cepeda está obligado a comparecer. No presentarse será un grave acto de desacato.”
Es un hecho insólito: todos los diputados, incluso los más fervientes defensores de Román —como Felipe González y Gerardo Aguado— votaron a favor de la comparecencia.
Porque en política, callar también es declarar… culpabilidad, incompetencia o, al menos, un profundo desdén.
La gente ya no espera milagros, pero al menos pide algo de decencia institucional. La percepción de inseguridad es hoy tan real como los abusos de autoridad en zonas de bares, los golpes a jóvenes y mujeres, y las denuncias que acaban en el archivo muerto de la indiferencia. La confianza se evapora, y el silencio de las autoridades solo acelera el proceso.
El lunes 28 de abril puede ser la oportunidad para que Federico Fernández Montañez (citado a las 12:00 h) y Román Cepeda (citado a las 15:00 h) demuestren que no le tienen miedo al Congreso… aunque sí debieran temerle a la opinión pública.
Si asisten, podrán intentar justificar lo injustificable.
Si no lo hacen, la crisis de confianza será total.
Y entonces que no culpen a los “discursos de odio”, a los medios ni al karma electoral: la gente está harta, no confundida.
Por si fuera poco, la Fiscalía estatal también prepara citaciones para funcionarios municipales por el caso de Nuevo Mieleras. La misma fiscalía donde el titular, Federico Fernández, repite lo que todos sabemos: hay un desorden absoluto y cada quien opera por su cuenta. Como cuando Cepeda decidió desaparecer el GRT (Grupo de Reacción Torreón) y hacerlo suyo. Desde entonces, hasta los operativos son solitarios… y peligrosamente mal coordinados.
Este no es un momento para selfies, ni para discursos en cabildo. Es una cita con la historia, aunque parezca más bien una comparecencia con el espejo roto con marcos en oro de su administración. La gente ya no quiere diagnósticos. Quiere acciones, resultados y, sobre todo, verdad.
El Congreso exige respuestas.Torreón exige acción.La cita está hecha. Solo falta que Román Cepeda se atreva a cumplirla.