
PAN duro, sin sabor y «sin alianzas»

Esta semana, José Ángel “el Arre” Pérez Hernández recordó que hace 20 años celebraba su triunfo como alcalde de Torreón bajo las siglas del PAN. Lo hizo en redes con tono solemne: “fue uno de los mayores privilegios de mi vida”. Nostalgia pura, de la que sabe a gloria en el recuerdo pero a ceniza en el presente. Porque el exblanquiazul no sólo dejó atrás al partido que lo llevó a la alcaldía: pasó por el PT y hoy navega en la 4T de Morena.
No fue el único que cambió de camiseta. Ahí está Verónica Soto, quien incluso le respondió. Hoy es priista y funcionaria estatal en el Teleférico, pero en aquellos años del “Arre” despachaba en el SIMAS panista. Es la postal de toda una generación que abandonó el barco blanquiazul en busca de nuevos aires, aunque fueran contradictorios.
El próximo domingo 5 de octubre, el PAN en Torreón “elegirá” a su nueva dirigencia municipal. Dos nombres en la boleta: Sergio Lara Galván, regidor con pasado de alcalde interino de un mes, funcionario en Profeco y candidato derrotado frente a Román Cepeda el año pasado; y Néstor Villarreal Castro, perfil más discreto que intenta refrescar la imagen. Pero seamos francos: la pelea es entre fantasmas.
La planilla de Lara arrastra los mismos rostros de la era de su exjefe Jorge Zermeño, como la ex tesorera Mayela Ramírez y el ex director de Salud Manuel Acuña. Lo que se pinta como renovación es, en realidad, reciclaje.
Y lo más revelador: el padrón del PAN en Torreón apenas rebasa los mil militantes con derecho a voto. Una cifra que exhibe lo mucho que se encogió el partido que en su momento fue alternativa de gobierno.
Los números son lapidarios. En la elección de gobernador de 2023, el PAN en Torreón alcanzó apenas 30 mil 861 votos, prácticamente empatado con el PT (27 mil 573) y lejísimos del PRI (147 mil). A nivel estatal, Acción Nacional apenas cosechó 83 mil votos, una sombra de lo que alguna vez fue la segunda fuerza política de Coahuila.
En La Laguna, hoy el PAN apenas presume un puñado de nombres: los diputados federales Guillermo Anaya, último que ganó Torreón con voto popular, como plurinominal Marcelo Torres, y Gerardo Aguado “El Quillo”, diputado local que intenta sobrevivir. Los tres aparecen más en eventos priistas que panistas. Figuras que brillan más en las giras del gobernador y del alcalde que en las propias filas blanquiazules. Un síntoma claro: presencia de utilería.
La pregunta es inevitable: ¿qué significa un PAN “sin alianzas”? En los números actuales, significa condena. Sin coaliciones, Acción Nacional difícilmente superará el umbral para ser algo más que un partido testimonial. Y aún con alianzas, la disputa ya no es por ganar, sino por sobrevivir con posiciones menores en cabildos y diputaciones.
El dilema es claro: ¿volver al origen blanquiazul que añora José Ángel Pérez o aceptar que la marca PAN ya no pesa ni en La Laguna ni en Coahuila? El partido ya es parte de la “chiquillada”. Por ahora, lo que queda de la militancia deberá escoger entre dos nombres conocidos, mientras afuera los ciudadanos miran indiferentes a un partido que hace tiempo dejó de ser opción real de poder.
El espresso se sirve cargado: nostalgia, reciclaje y un futuro “sin alianzas” públicas. El PAN de Torreón se juega su dirigencia local, pero lo que está en duda no es quién mande en Comonfort… sino si la marca sobrevivirá en las urnas. Y todo suena a simulación: con un viejo conocido como Lara repitiendo la fórmula de siempre, la historia parece escrita. No olvidemos que el año pasado su campaña fue orquestada por los mismos “amigos” que hoy gobiernan Torreón. Y al final, todo este reacomodo sirve para lo mismo: ver quiénes anotan desde ahora como candidatos a diputaciones locales rumbo al 2026.
