
Cancelaciones que cuestan… y no solo dinero

Hay obras que transforman la ciudad, otras que solo rellenan presupuestos. Pero hay algunas que se cancelan no por razones técnicas ni presupuestales, sino por puro cálculo político. En Torreón, el Paso Vial Villa Florida es ahora el caso más reciente de cómo el oportunismo disfrazado de “liderazgo social” puede descarrilar un proyecto público… y de paso, exhibir a quienes juegan con la necesidad ciudadana.
Hoy ya no se discute si el paso Villa Florida era necesario. Se discute quién traicionó primero el volante ciudadano… y por qué, otra vez, están manejando tan mal. Vecinos de al menos 20 colonias del norte, muchas de ellas de las más pudientes, donde viven directores municipales y funcionarios laguneros, avalaron públicamente la segunda etapa de la obra. Alegaron afectaciones viales y defendieron que solo dos viviendas serían intervenidas:
“Esto no es despojo ni capricho. Es una necesidad vial.”
A pesar de ese respaldo, el alcalde Román Cepeda optó por cancelar el proyecto, citando “tensiones con vecinos” y “problemas sociales”. Lo hizo pese a que ya había licitación, adjudicación, proyecto ejecutivo y plan de reforestación.
El resultado: una potencial indemnización millonaria a la empresa constructora, descontento ciudadano y una administración que parece tomar decisiones al vapor. La obra incluía carriles laterales, pavimentación, iluminación y la promesa de reducir traslados hasta en 15 minutos sobre el bulevar La Nogalera.
El director de Obras Públicas, Juan Adolfo Von Bertrab, advirtió que más de 16 mil familias y miles de automovilistas serían los más perjudicados. Confirmó que la obra tenía impacto directo en la movilidad urbana de la zona.
Sin embargo, algunos vecinos de Villa Florida expresaron preocupaciones legítimas: escasa socialización del proyecto, la pérdida de árboles y los riesgos para adultos mayores en la calle Rodolfo González Treviño. Nueve vecinos incluso interpusieron amparos legales para frenar la obra.
Y en medio del caos reapareció Abundio Ramírez, exdirigente del extinto partido Revolución Coahuilense (PCR). Ahora se autonombra “líder vecinal” . Según Von Bertrab, fue él quien presionó para frenar la obra, supuestamente exigiendo dinero para “convencer” a vecinas y negociar la venta de viviendas a cambio de ganancias compartidas.
Aunque no existen denuncias formales ni pruebas judiciales, las versiones públicas han encendido focos rojos. También se le acusa de haber solicitado plazas laborales, gasolina y favores para allegados.
Al verse señalado, Abundio respondió acusando a Román Cepeda de dejarse influenciar por el secretario del Ayuntamiento.
“Fue una mala decisión del alcalde… Ganem le calentó la cabeza.”
En lugar de aclarar, Abundio Ramírez se victimizó, no presentó propuestas ni argumentos técnicos, y terminó exhibido como un oportunista político en busca de reflectores.
Circulan versiones que personaje tiene conflictos vecinales anteriores, como en Viñedos y San Agustín. En este último, la empresa DILSA, representada por Leobardo Flores, lo denunció penalmente por presunto despojo. El caso no ha tenido avance judicial.
Todo esto contrasta con la relación cercana que Abundio presumía con Román Cepeda desde 2022. Esa cercanía ahora le resta legitimidad Quiso ser héroe… y acabó como villano.
El que interrumpe la función porque no le dieron el micrófono.
¿Quién perdió? La ciudadanía, atrapada en la disputa política, sin obra ni soluciones. El Ayuntamiento, que ahora carga con las consecuencias económicas y políticas.
Si la política en Torreón fuera tráfico, Abundio sería ese auto viejo que se atraviesa en doble fila, pone las intermitentes… y culpa al de atrás por no tener paciencia.