
La cacería de peluches y el verdadero juego del poder

Para no perder la costumbre, el alcalde de Torreón, Román Cepeda, decidió tomarse su fin de semana largo. Esta vez, con justificación: el puente del Día de la Constitución. Aunque muchos ni siquiera recuerden el motivo, el edil optó por suspender las «masienmbargo» mañaneras de #LordFragmentado —también conocido como el Trump de Torreón. Sin embargo, las áreas operativas del municipio no tuvieron la misma suerte y, en pleno apogeo de la segunda temporada, cepedista , nos regalaron un operativo tragicómico: la cacería de las máquinas expendedoras de peluches.
Sí, esas mismas que frustran a los niños y han sido cómplices de enamorados. ¿El pretexto oficial? “Mantener el orden” y evitar que representen un peligro para la sociedad. Aunque, al parecer, no temen que salga un osito, sino un peluche revolucionario que cuestione la incompetencia municipal.
Detrás de esta cruzada no hay un genuino interés por el bienestar ciudadano, sino un trasfondo de corrupción. La Dirección de Inspección y Verificación ha desatado una guerra interna contra la Dirección de Ingresos —en su área de Espectáculos, Servicios Empresariales, Anuncios y Alcoholes— en lo que parece una carrera por controlar las cuotas impuestas a comerciantes.
Según denuncias, los dueños de estas máquinas ahora deben pagar hasta 4 mil pesos por máquina, en efectivo y sin recibos, cuando antes la tarifa no superlos 1,200 pesos en caja. Un comerciante reportó haber pagado 16 mil pesos, y aún le exigían más. En el centro de este esquema aparece un personaje conocido como El Gato de Alcoholes, quien supuestamente goza de protección sindical.
El titular de Inspección y Verificación, el perredista Pablo Fernández Llamas, parece más enfocado en operativos mediáticos que en erradicar las prácticas de prepotencia y extorsión. Mientras tanto, los problemas estructurales de Torreón siguen sin atención.
Mientras las autoridades se concentran en maquinitas y cuotas, la ciudadanía enfrenta desafíos serios: inseguridad en aumento, transporte público obsoleto y colonias abandonadas. Las prioridades parecen estar completamente desviadas, dejando a Torreón hundido en una crisis de confianza en sus instituciones.
La verdadera cacería no debe ser contra los peluches, sino contra las mafias internas que perpetúan estas prácticas corruptas. Torreón necesita soluciones reales, no simulacros de justicia. Porque mientras ustedes juegan a ser héroes, la ciudad sigue perdiendo.