Menores en peligro: La bomba de tiempo de Torreón

En las últimas semanas, los titulares sobre menores detenidos en Torreón han sacudido a la sociedad. Desde un joven de 17 años portando un arma en la Preparatoria Venustiano Carranza hasta adolescentes de 15 años involucrados en asaltos y agresiones, estos casos no son hechos aislados, sino el reflejo de una realidad preocupante: la fragilidad de nuestra juventud frente a la exclusión social, la violencia y la falta de oportunidades.

Estos incidentes evidencian un problema estructural. Las estrategias reactivas, como las detenciones, pueden ser necesarias, pero no bastan para atacar las raíces del delito juvenil. Urge un enfoque integral que abarque educación, apoyo psicológico, espacios seguros y el fortalecimiento del tejido social.

En este contexto, la Unidad de Prevención Social de la Violencia Municipal, ahora dirigida por Blanca Álvarez Garza, conocida como «La Wera Álvarez», enfrenta un desafío monumental. Su llegada recuerda su paso como sexta regidora en la primera administración de Román Cepeda. Sin embargo, hoy, en un puesto tan delicado, enfrenta críticas que cuestionan su capacidad para abordar esta crisis juvenil, especialmente en una administración encabezada por un alcalde señalado como ausente.

En sus primeros días, Álvarez Garza ha declarado que apenas está identificando “focos rojos”, pero las expectativas son altas y el tiempo apremia. Algunos críticos sugieren que, a la  originaria  del extinto PRD evite pedir consejos al actual secretario en trámite del ayuntamiento, Pepé Ganem, quien  durante la administración de Riquelme, Ganem asumió la dirección de esta dependencia como un «premio de consolación». Su gestión fue tan cuestionada, debido a sus antecedentes conflictivos, que algunos regidores de aquella época llegaron a calificarla como  «promoción del delito».

Se propone reactivar el Comité Municipal contra las Adicciones (COMCA) como un aliado estratégico, pero no bastarán las buenas intenciones. Es imprescindible implementar programas con impacto real en las comunidades más vulnerables. Actividades deportivas, artísticas y educativas, como las impulsadas en espacios como La Jabonera en tiempos de mayor violencia, deben regresar con fuerza.

Además, es fundamental garantizar el acceso a servicios de salud mental, una necesidad urgente en las colonias más afectadas. Las escuelas, por su parte, deben convertirse en espacios de prevención activa, con protocolos claros para identificar y abordar conductas de riesgo antes de que escalen.

La violencia juvenil en Torreón no es un fenómeno nuevo. Desde los jóvenes sicarios hasta la tragedia en el Colegio Cervantes, donde un niño utilizó el arma de su abuelo para matar a su maestra y quitarse la vida, el historial de nuestra ciudad nos recuerda que no podemos esperar a que ocurra otra tragedia para actuar.

Es momento de invertir en la juventud, no solo con recursos, sino con voluntad política y participación ciudadana. La prevención del delito no debe ser una simple aspiración ni una cuota política que sirva para colocar compromisos partidistas en puestos clave, sino una realidad urgente.

Torreón no puede permitirse perder más generaciones. El cambio debe comenzar hoy, antes de que sea demasiado tarde.

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