Morena Coahuila se desgarra: Dos facciones en guerra por el control

En Morena Coahuila se ha desatado el demonio interno: una guerra intestina digna de la peor tradición del PRI y el PAN. Dos bandos se han formado con cuchillos en mano: de un lado, el grupo #LosSalazar, liderado por el senador lagunero Luis Fernando Salazar y la regidora saltillense Alejandra Salazar; del otro, #ParejadeBienestar, encabezado por la senadora Cecilia Guadiana –apodada «la heredera»– y su pareja, el superdelegado de Bienestar, Américo Villarreal, hijo del gobernador de Tamaulipas, conocido como «El JR».

La pugna ha escalado a niveles de reality show, donde la estrategia y la traición se confunden en un mismo episodio. Los Salazar han aprovechado el escándalo mediático en torno a los presuntos vínculos de Américo Villarreal con un detenido por la DEA en Texas para debilitar a la pareja del Bienestar. En respuesta, Guadiana y Villarreal han intentado desestimar las acusaciones y llamar a la unidad, aunque con un tono que más bien suena a un «o estás conmigo o contra mí».

Luis Fernando y Alejandra Salazar, compartiendo apellido pero de diferente lada, decidieron dejar de disimular su supuesto compromiso con la unidad con la heredera y su team . La regidora e influencer Alejandra, siempre hábil en redes sociales, aprovechó su plataforma para poner al mismo nivel a Morena y al PRI, al acusar públicamente el uso de programas sociales con fines electorales. Mientras tanto, el senador Luis Fernando, fiel a su estilo combativo que tanto lo caracterizó en su época panista, dejó salir su lado hooligan y arremetió sin contemplaciones contra la «parejita del bienestar».

Este pleito ha escalado, y cada equipo busca generar adeptos captando a diputados y operadores de todos los niveles, como si se tratara de una guerra civil. Se están atacando entre sí, mientras que otros han encontrado la oportunidad perfecta para infiltrarse y robarse reflectores. Entre ellos, los diputados locales, como Alberto Hurtado, quien se deslinda de cualquier interés en las elecciones internas de Morena y clama por «equilibrio y consenso». También Antonio Attolini aprovechó para mostrarse y pedir la renuncia inminente del delegado. Quien sigue públicamente callado es otro lagunero, Shamir Fernández. Sin embargo, su postura parece más una estrategia de posicionamiento que una genuina neutralidad.

A todo esto, la dirigencia estatal de Morena, liderada por Diego del Bosque, brilla por su ausencia. Lejos de intervenir para frenar la guerra, se ha convertido en un espectador más del conflicto, lo que agrava el desprestigio del partido. Morena Coahuila está siguiendo los mismos pasos del PRI de antaño: peleas internas, grupos de poder enfrentados y una creciente desconexión con su militancia de base. Ambos bandos están utilizando a sus Mesías, Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum, en vano. Esperemos que no tengan represalias desde la federación. De seguir así, el partido no solo perderá la posibilidad de ser una opción real para la alternancia en Coahuila, sino que corre el riesgo de desmembrarse antes de llegar a las elecciones intermedias de 2026. Ni pensar en la gubernatura y varias alcaldías que se estaban poniendo de pechito, como la de Torreón.

Esto también debe hacer reflexionar a los priistas y a los pocos panistas que, hartos de la invisibilidad, ya contemplaban saltar a la 4T. Más aún si se suma el caso del expriista Gerardo Berlanga, quien supuestamente fue detenido por la Fiscalía del Estado en Sabinas. Su arresto parece más un llamado de atención contra los traidores: tarde, pero inevitable, especialmente considerando su historial de negocios turbios. Solo el tiempo lo dirá.















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