
«Reordenamiento en el Centro de Torreón: El golpe a tianguistas y vendedores»
A punto de inaugurarse «esta misma semana», dijo titubeante el todavía alcalde de Torreón, Román Cepeda. El Corredor Matamoros, obra rezagada desde su primer año de gestión, es presentado como un símbolo de renovación del Centro Histórico. Según el gobierno municipal, las labores, con una inversión de 30 millones de pesos, están concluidas y listas para devolverle al corazón de la ciudad su esplendor. Sin embargo, la realidad en las calles cuenta otra historia: comerciantes y tianguistas están alzando la voz contra decisiones que, lejos de beneficiar, amenazan su sustento.
El descontento quedó claro este lunes, a unos metros del acto oficial por el Día de la Bandera. Un grupo de tianguistas protestó contra la reducción de espacios en la vía pública, algo que afecta gravemente su economía y, en algunos casos, los deja sin lugar para trabajar. Pero, sorprendentemente, el alcalde declaró no haber visto la manifestación, ignorando una problemática que ya se respira en el ambiente.

En respuesta a las críticas, Cepeda fue enfático: «No se trata de una medida recaudatoria, sino de orden e imagen». Según él, el objetivo es garantizar un entorno limpio y organizado. Sin embargo, la explicación no ha calmado los ánimos, pues muchos perciben esta acción como un intento de desplazarlos, disfrazado bajo el pretexto del desarrollo urbano.
El edil ha confiado la implementación de este «orden» a su gente de confianza, colocando al a Víctor Ramos como pieza clave tras el despido de Luis Bretado, un operador vinculado al riquelmismo. Ahora, con su equipo consolidado, Cepeda busca imponer su visión, dejando a los tianguistas y comerciantes sin acuerdos concretos tras ser atendidos por el neocepedista de Cristian López, titular de Atención Ciudadana, y por el propio Ramos Galindo. La promesa de diálogo quedó en el aire, y los vendedores siguen sin soluciones reales.
En este contexto, los comerciantes recuerdan su importancia en la dinámica económica y cultural del Centro Histórico. No son meros ocupantes del espacio público; son parte de la identidad de Torreón. Reducir sus espacios no es solo un cambio logístico, sino un golpe directo a quienes dependen de cada metro cuadrado para subsistir.
Mientras el gobierno presenta proyectos como el mejoramiento de la Morelos y el Parque Lineal Oriente, los afectados exigen ser escuchados. La obra pública es esencial, pero no puede hacerse a costa de quienes sostienen la vida diaria de la ciudad.
El Paseo Matamoros no es solo una obra; es un reflejo de las prioridades de esta administración, incluso con detalles como la pintura de dudosa calidad que remite al estilo Zermeño. La pregunta sigue en el aire: ¿están considerando también a los vendedores que dan vida al Centro Histórico? Más que discursos sobre «orden e imagen», se necesitan respeto, inclusión y soluciones que no los dejen atrás.