Torreón y los ecos de «La Laguna del miedo»

Dicen que quien no conoce su historia está condenado a repetirla. Este lunes en Torreón, cuando un intercambio de balazos entre civiles armados y fuerzas de seguridad encendió las alarmas en la ciudad. El saldo: dos agentes de la Fiscalía heridoss y un detenido. Pero más allá de las cifras, el verdadero daño se mide en la sensación de miedo que volvió a instalarse entre los ciudadanos, recordando aquellos años en que la ciudad vivía bajo la sombra de la violencia.

La respuesta de las autoridades fue rápida: se resguardó el perímetro y se desplegó un operativo para localizar a los responsables. Sin embargo, trascendió que elementos de la Policía Municipal, lejos de acudir al apoyo, tomaron otro rumbo. Este señalamiento, de confirmarse, abre una peligrosa brecha de desconfianza en un momento crítico para la seguridad de la ciudad.

Torreón enfrenta un reto complejo snte ls violencia de los estados cercanos. Mientras se anuncia la entrega de nuevo equipamiento y una inversión de más de 700 millones de pesos del Fortamun en infraestructura urbana y social, la realidad es que el déficit policías  esevidente. Las cifras oficiales hablan de 800 elementos en seguridad pública,  la realidad  es otra  pero maquillada  existen focos  amarillos ante las bajas policíales preso  surgió  la convocatoria  para  reincorporar a expolicias.

La política de la ausencia

Las carencias en seguridad no son nuevas, pero se han agravado con decisiones administrativas cuestionables. Desde que la seguridad local quedó bajo la gestión del panista Jorge Zermeño y, posteriormente, del priista Román Alberto Cepeda, quien, en un intento de buscar autonomía frente al Estado, terminó debilitándola. Un ejemplo claro fue la desaparición del Grupo de Reacción Torreón el año pasado, lo que representó un retroceso estratégico. Además, la ausencia del alcalde en eventos clave de seguridad ha reforzado esta percepción de abandono y descoordinación.

Un ejemplo reciente es la Primera Sesión de Trabajo del Grupo de Coordinación Operativa en Torreón, donde estuvieron presentes autoridades estatales y federales, pero no la ciudad anfitriona. Román Cepeda no asistió y tampoco se permitió la representación de la Policía Municipal, pese a que César Antonio Perales, jefe de la corporació local, aun cuando  este se freció acudir. Ahora, las reuniones municipales de seguridad se han movido a los miércoles, una decisión que parece diseñada para acomodar la agenda del alcalde, quien tiene la costumbre de no estar los viernes.

Es necesario recordar que estas reuniones se realizaban los domingos a las 7 de la mañana durante el mandato de Miguel Riquelme, quien entendía la prioridad de la seguridad. Sin embargo, para sus sucesores, Zermeño y Cepeda, la puntualidad en estos temas parece ser un lujo y no una obligación.

La factura de la simulación

La seguridad no puede depender de discursos optimistas ni de cifras maquilladas. Cada omisión, cada error estratégico, se traduce en costos tangibles para la ciudadanía. La violencia cobra sus facturas de forma implacable, y Torreón no puede permitirse repetir su historia.

El miedo volvió a aparecer, y no basta con anuncios de inversiones o nuevos equipos. La confianza ciudadana se construye con acciones concretas y resultados reales. Mientras las autoridades sigan priorizando la forma sobre el fondo, las cicatrices de la «Laguna del Miedo» seguirán abiertas, recordándonos que la seguridad es una deuda que no puede esperar.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *