¿Ser o no ser legalidad? Torreón responde: depende del apellido

En política, la percepción no es decorado: es guion, director y taquilla.
«Lo que parece, es lo que es», dice el nuevo refrán digital. Y Shakespeare, siglos antes de los partidos y los “asesores de prensa”, ya lo sabía: el drama humano se mueve más por emociones que por razones,
y el aplauso colectivo suele sonar más fuerte que la verdad.

Acto I: Vivimos en un país donde la tragedia ajena se convierte en espectáculo viral
El diputado de Morena, Antonio Attolini, crítico de la Administración Municipal, fue agredido públicamente por el simple hecho de ser “figura pública”.
Qué sociedad tan podrida y confundida somos, para justificar la violencia con un “se lo buscó”.
¿Quién nos convenció de que el odio tiene derecho de réplica? ¿Las redes sociales?

🎭 Acto II: La Famosa, la clausura fugaz
Dicen que en política no hay coincidencias, solo descuidos mal disfrazados.
Este fin de semana , el bar La Famosa se llevó los reflectores. El viernes se registró una Riña con lesionados a las 2:00 a.m., fuera de horario. Llegaron Seguridad Pública e Inspección y Verificación. Durante más de una hora intentaron contactar a su director, Pablo Fernández Llamas, un político en formación más interesado en la herencia que en la función. Silencio. Clausura. Sellos colocados. Pero al día siguiente, ¡sorpresa!: el bar ya estaba abierto.

El truco no fue magia: fue apellido. El establecimiento es del padre de la regidora Karla Centeno. La multa —imposible de pagar legalmente en fin de semana, porque las cajas están cerradas— no fue obstáculo para la reapertura exprés. La legalidad, como la transparencia del Ayuntamiento: invisible. Aquí, la ley también tiene apellidos. Y abre puertas.

Acto III: El drama del menudo y el carbón
En el ejido La Perla, una familia que vende menudo y carbón fue tratada como si operara un narcolaboratorio.
Confiscaron todo. Hasta el perico (literal o metafóricamente, uno ya no sabe).
¿El motivo oficial? “Escandalizar en la vía pública”.(Acta 00838. Sellos 0477 y 0478)
¿La verdadera razón? Cuotas, caprichos y el síndrome del pequeño poder.

Detrás de los sellos está Sergio García Ordóñez, exempresario turístico y ahora encargado de la Inspección Municipal, específicamente del área de clandestinaje. Clausura casas con la ligereza de quien baja el telón de una obra mediocre. Sus clausuras —según comentan los propios inspectores— muchas veces son solo para: fotografía hoy, abuso ayer, represión constante.

Acto IV: Sucesión en escena – Hamlets con ego de Rey Lear
Y mientras tanto, en los bastidores del poder municipal, aparece Luis Cuerda, dos veces primer regidor. Se perfila —al menos en su imaginación— como el heredero legítimo de Román Cepeda. Ya ni saluda a su propia bancada: para eso manda a su secretaria. En eventos donde está su jefe, se sube al presidium sin invitación, chocando con el equipo de Relaciones Públicas. Ambición sin disimulo.

La política municipal tiene sus propios Hamlets: llenos de dudas existenciales, atrapados entre percepción, verdad y poder.

Con Shakespeare, el rey muere envenenado por el oído. En Torreón, el veneno llega en forma de rumor, boletín a modo o fanpage pagada.

Porque en este escenario político: si muchos dicen que robaste —aunque no haya pruebas—, eres ladrón. Si te editan bonito en redes, pareces honesto. Si no pareces lo que haces, más vale que tu equipo digital lo simule.

Todo comunica. Todo es discurso: el lugar en la foto, el silencio conveniente, el apellido con intereses. La verdad política es narrativa. Y como toda narrativa, depende de quién la cuente…

Hoy, la percepción es la única reina que nunca abdica.

No es ficción. Es Torreón. Y en esta tragedia, todos estamos en el escenario.

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