
Los hilos del poder: Uribe, Navarro y la guerra interna en el Ayuntamiento

En los pasillos de la Presidencia Municipal de Torreón, las traiciones y riñas entre funcionarios se viven de cerca. El murmullo es cada vez más fuerte: «Nunca había habido una administración tan desaseada como esta, ni siquiera con los panistas de Zermeño.» Y eso, en Torreón, es decir mucho. Los problemas de licitaciones pausadas, despidos masivos y contratos sin ejecutar parecen tener un único origen. En el centro de todo ello se encuentra un hombre que, como un verdadero encantador de serpientes, ha logrado encender el fuego que ahora consume la estructura municipal: Yohan Uribe #LordFragmentado, el director de Comunicación Social, quien se ha convertido en el principal agitador del caos que amenaza con derrumbar lo que queda de la administración cepedista.
El impacto de su influencia es innegable, respaldado por su segunda al mando, #LadyFayuca, quien, ahora convertida en «la malinche» de este régimen, susurra secretos oscuros al oído de quien más daño pueda causar. Una de las piezas clave de este rompecabezas es el hoy «director tapabaches», Víctor Navarro, quien, en la administración pasada de Román, se desempeñó como director de Servicios Administrativos. Navarro manejaba a dos colaboradores clave y sindicalizados: Luis Alberto Quezada Ibarra en el área adquisiciones, Gerardo Varela en licitaciones, y en contratos a Gabriel de Jesús Gonález Luis Quezada. Juntos, habrían creado una red que, según rumores, cobraba comisiones. Fue aquí cuando Uribe, al enterarse de estos manejos, intentó imponer a sus propios proveedores en lugar de la empresa Arca, propiedad del empresario Claudio Sánchez. Esta jugada desató una serie de tensiones internas que culminaron en el despido masivo de 17 empleados (del área de contratos, adquisiciones y l icitaciones) en tan solo tres días de la semana pasada,por ordenes de la Tesorería, muchos de ellos con hasta 20 años de antigüedad.
La historia de caos y corrupción no termina ahí. Oscar Luján, el tesorero, ha dejado mucho que desear, viéndose envuelto en una serie de cuestionamientos por su falta de transparencia y por no haber logrado resolver los problemas que aquejan al gobierno municipal. A este desorden se suma el incremento desmedido del salario de su simple secretaria, Sofía Pedraza, quien ha visto su sueldo aumentar un 230% en los últimos tres años, mientras las cuentas públicas se maquillan para ocultar la verdadera situación.
Pese a sentirse intocable y responder con insultos, Luján «creyó» ciegamente todo lo dicho por Uribe, quien insistió en introducir a sus propios proveedores pero ate la negativa de la gente de Navarro, Luján cobró venganza, sin importarle el caos que se generaba ni perjudicar la salud del alcalde. Esta situación provocó que las licitaciones se mantengan en el limbo, y los proveedores siguen esperando el pago de sus contratos. con la promesa de pronto pago como en el periódico donde trabajó. Las tensiones al interior de la presidencia ya son palpables, como lo evidenció la reciente riña entre Víctor Navarro y Yohan Uribe, que casi llegó a los golpes cuando Navarro encaró a Uribe. Estos conflictos solo evidencian la falta de control y liderazgo dentro de la administración.
Lo más alarmante de este caos es la aparente inacción del alcalde, quien, en lugar de tomar las riendas de la situación, ha optado por ser un espectador más. A este panorama se suma la figura de Pepé Ganem, el «secretario en trámite del ayuntamiento», quien, en contubernio con Uribe al querer ser proveedores de espectaculares y pantallas, genera conflictos internos, lo que solo agrava la situación. En medio de todo esto, los empleados de base son los que más sufren las consecuencias. ¿Cómo responderá la líder sindical, Rosalba Rodríguez, ante la oleada de despidos de sus agremiados que quedaron a disposición?
El caos se apodera del gobierno municipal, y quienes ostentan el poder parecen estar más interesados en sus propios intereses que en resolver los problemas que afectan a la ciudadanía. Muchos temen que si el alcalde dimitiera, un funcionario sin estudios comprobables se quedara de interino, pero desde fuentes cercanas a esta columna se asegura que no lo permitirían, ni por elecciones ni por asignación del Congreso.