Cuatro distritos, mil padrinos: la lucha por el reparto tricolor en Torreón

En Torreón, los secretos del poder ya no se filtran en cafés políticos ni en pasillos del séptimo piso… sino en el gimnasio Almanara, entre rutinas de abdomen y proteína vegana.

Ahí comenzó la historia: el hijo menor de Román Alberto Cepeda González, alcalde de Torreón, platicaba muy tranquilo en la elíptica sobre el “próximo paso” de su papá.
Entre risas y música ambiental, soltó que “le acaban de ofrecer la diputación federal” y que “en diciembre deja la nómina municipal para irse de campaña”.

Pero los malquerientes —que en política nunca faltan— dudan de esa versión.
Aseguran que la oferta real no sería una diputación federal, sino una diputación local, y que difícilmente Cepeda abandonaría el séptimo piso por un escaño menor.
Quien sí la desea, dicen, es su otro hijo, Neto Cepeda, el de en medio, para quien ya se estarían armando cuartos de guerra, como cuando operó la campaña negra en la reelección de su padre.

Neto no sabe de colonias: sabe de chequeras.
No coordina seccionales: coordina aportaciones.
Y si bien su presencia pública es discreta, su influencia económica dentro del municipio es cada vez más visible.

Nada de informes filtrados ni trascendidos de despacho: esta vez la confidencia nació en modo cardio político.
Y el testigo tampoco es cualquiera: gente cercana a Salomón Juan Marcos Issa, histórico del PRI y patriarca del empresariado lagunero.
En resumen: la elíptica tenía pedigree.


Hace dos semanas, un viernes por la tarde, la Presidencia Municipal de Torreón vivió otro episodio curioso.
Fuentes internas aseguran que Román Cepeda sostuvo una reunión privada “a puerta cerrada” con operadores de confianza.
Se blindó el cuarto piso, se prohibió el acceso a reporteros En política, cuando se mueven las agendas personales, es porque las oficiales se están reacomodando.

Lo cierto es que medio gabinete anda calculando distritos, y el otro medio buscando salida de emergencia.
Nadie habla de continuidad; todos hablan de supervivencia.


El Instituto Electoral de Coahuila (IEC) arrancará el proceso electoral local 2026 el próximo 1 de noviembre de 2025, con jornada de votación el 7 de junio de 2026.
De acuerdo con la ley, los servidores públicos que aspiren a una candidatura deben separarse de su cargo 90 días antes del inicio de las precampañas, es decir, a más tardar en la primera semana de enero de 2026.

En el caso de Torreón, el IEC ratificó cuatro distritos locales, dos para hombres y dos para mujeres, conforme a la paridad de género:

  • Distrito IX (mujer)
  • Distrito X (hombre)
  • Distrito XI (hombre)
  • Distrito XII (mujer)

Así se completa la cuadrícula electoral, donde la paridad no garantiza diversidad, ni la representación asegura competencia real.
Los nombres cambian, pero las redes de poder siguen igual de masculinas, aunque con nombre femenino en la boleta.


Después de la simulación de su Consejo Político, los priistas de Torreón ya deberían estar definiendo sus cartas, pero siguen tardando.
Varios actores buscan un lugar, pero las sillas son pocas y las lealtades más falsas que las encuestas de WhatsApp.

Un viejo conocido es Xavier Herrera Arroyo, pilar del casi extinto Grupo Torreón, que busca regresar a Saltillo como diputado local.
Felipe González, suplente de Hugo Dávila, se niega a soltar la curul y aspira a ser titular.
Otro aspirante estatal es Jesús “Chuy” Sotomayor Garza, el runner diplomático del Club de las 5AM, ausente en el informe y en la cena VIP de su amigo morenista Luis Fernando Salazar, por andar trotando en Texas.
Incluso Rodrigo González, titular del Centro de Convenciones, intenta colarse como “nuevo perfil” tras convertir ese recinto en un búnker lagunero para Saltillo: lo mismo hospeda bailes gruperos que expos de sexo o récords Guinness.

Entre los municipales suenan:
Ariel Martínez Mendoza, jefe de Gabinete con la venia de Saltillo;
Antonio “Toñito” Hernández, exdirector de Desarrollo Económico, que busca reivindicarse tras su despido;
el Dr. Roberto Bernal, exsecretario de Salud y hoy regidor por herencia de Riquelme;
Luis Jorge Cuerda Serna, primer regidor con ambición empresarial;
y Raúl Garza, el multiusos que presume apoyo de la UAdeC —aunque más porros que políticos—.

Las mujeres tampoco se quedan atrás.
Lorena Safa, del DIF Estatal en La Laguna, tantea la arena electoral y dice contar con apoyo familiar.
Martha Rodríguez, hoy al frente de los Tribunales, busca trascender más allá de su nueva etapa como podcaster.
Karla Centeno, heredera de abolengo académico y jurídico, confía en su apellido.
Miroslava Muñoz, joven priista, presume cercanía con el gobernador.
Y Olivia Martínez busca la reelección.

A la mayoría las conocen más en Torreón Jardín, Los Azulejos y Las Villas que en El Arenal o La Joya.
Ahí donde el polvo se mezcla con el abandono, su nombre suena tan ajeno como la palabra transparencia.
No tienen oficio de calle, pero sí de chequera: presupuesto gubernamental disfrazado de “acciones sociales” y relaciones públicas con aroma a licitación.


La ley exige equilibrio entre hombres y mujeres; los partidos prometen “renovación”, pero la lista parece escrita con tinta vieja.
Entre herederos, exfuncionarios reciclados y técnicos disfrazados de políticos, la elección local se perfila más como un reparto de seguros de vida que como un ejercicio democrático.

Porque en Torreón, más que aspirar a representar, muchos solo aspiran a no rendir cuentas.
Y mientras el pueblo paga el agua más cara del norte, los que se dicen “servidores públicos” ya están sudando… pero en la caminadora.

Se decidirá desde Saltillo; todos respiran aliviados de que —por ahora— no sea Verónica Martínez quien reparta las cartas.

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