
Uniones por conveniencia: la política como matrimonio arreglado

La historia de la alianza Morena–PT–Verde en Coahuila parece sacada de una telenovela política: traición, celos, ambición… y un elenco que insiste en quedarse en el set, aunque el director ya gritó “corte”.
Todo comenzó con un sueño llamado “unidad”. Hoy, ese sueño vive una de sus peores crisis: el bastón de mando va de mano en mano como un sartén hirviendo. Nadie quiere quedarse con la quemadura.
Ricardo Mejía Berdeja, “el acapulqueño con credencial coahuilense”, en 2022 optó por la salida de emergencia tras saber que no sería “el elegido” en la encuesta interna de Morena. Su derrota lo dejó en tercer lugar y su salida fue tan veloz como el eco de su inconformidad.
Todavía como subsecretario federal de Seguridad, renunció y se sumó al PT para lanzar su candidatura. A pesar de reiterar lealtad a la 4T, en Palacio Nacional solo recibió una sonrisa diplomática. La fractura fue inmediata.
Mientras Diego del Bosque, dirigente de Morena en Coahuila, intentaba recomponer la narrativa, Mejía reunió a algunos diputados inconformes. Lo que para unos fue autonomía, para otros sonó a ruptura anunciada.
La coalición con el PT se desdibujó desde entonces. Pero este 26 de junio una imagen revivió la historia: Diego del Bosque y Mejía juntos en una foto.
“Excelente reunión con Ricardo Mejía Berdeja, dirigente del PT en Coahuila. Coincidimos en que la 4T debe ir unida en 2026”, escribió Diego.
La reaparición de Mejía coincidió con el surgimiento de narcomantas que no trascendieron, pero que algunos no dejaron de notar.
Mejía, por su parte, solo busca repetir su participación como plurinominal, como en la elección pasada.
Las reacciones no se hicieron esperar. Antonio Attolini felicitó con mesura, y Cecilia Guadiana, senadora e hija del fallecido Armando Guadiana —a quien Mejía había criticado— compartió un mensaje con más nervios que coherencia:
“Se necesidad [necesita] unidad para el proyecto de transformación…” No corrigió. Ni fue necesario: el tono lo dijo todo.
Y si eso parecía complejo, lo del Verde fue aún más ilustrativo. Primero amagó con ir solo. Luego rompió alianzas en Lerdo, Durango, y respaldó a la priista Susy Torrecillas. La justificación: Morena “ya no representa los ideales de la 4T”.
El Partido Verde, en este contexto, se comporta como ese amigo en la fiesta que llega sin poner un peso, se sirve generoso y, cuando la música cambia, se va con quien prometa mejor ambiente. Su historial es conocido.
PRI y PAN: también en terapia intensiva
Del otro lado del tablero, PRI y PAN atraviesan una crisis posnupcial. La ruptura se oficializó cuando el PAN acusó al gobernador Manolo Jiménez de no cumplir los acuerdos de 2023, que incluían notarías, universidades y oficinas de recaudación.
Su entonces líder nacional, Marko Cortés, ventiló el desencuentro públicamente. El resultado: el PAN quedó mal parado.
Mientras tanto, en Coahuila, todos tienen la mirada puesta en las elecciones huérfanas de 2026, con la renovación del Congreso local como objetivo.
Los priistas guardan la compostura, aunque por dentro no hay tranquilidad. Los panistas siguen en su propio círculo de desgaste. Y en Morena y el PT, fieles a su estilo, ya comienzan las pugnas internas por las candidaturas que vienen.
Si el PRI quiere mantener su posición como bastión político, deberá resolver sus propias tensiones, especialmente entre Saltillo y Torreón. Las fracturas ajenas pueden ser oportunidades, pero solo si se enfrenta el proceso con estrategia, no con simulación.
Inspección, templos y contingencias: la otra novela
Mientras en la arena electoral se fraguan alianzas y rupturas, en Torreón también hay historia:
La luna de miel entre dependencias como Protección Civil e Inspección y Verificación terminó sin acta de divorcio. Hoy se lanzan acusaciones como exparejas en disputa, con un punto central: el famoso Plan de Contingencia. No es exigido por la ley, pero sí por Inspección: 15 mil pesos para evitar la clausura. Y que Dios te lo pague.
Lo peculiar: algunos inspectores también son pastores de la Iglesia Apostólica. Con una mano portan la credencial municipal, y con la otra, un tarifario.Nuevo mandamiento: “No clausurarás al que diezme primero”.
Mientras Contraloría mira hacia otro lado, en ejidos como Santa Fe y La Joya decomisan cerveza que después aparece revendida. Todo bajo la sombra de Chekolín y Britania Aguirre, lideresa campesina. En el Mercado de Abastos, buscan al alcalde para quejarse de que pensaban que el “moche” era anual. Error: ya llegó la segunda vuelta. Aleluya.
¿Y Pablo Fernández, titular de Inspección y Verificación? Bien servido en Steak Palenque, donde —según fuentes de su propio equipo— recibe su “ofertorio dominical”.
Pero no está solo en escena. Desde las entrañas del Ayuntamiento emerge Cristian González, exregidor y ahora funcionario municipal, señalado por sus frecuentes visitas a quintas y bares. Ahora filtra información contra Pablo… no por integridad, sino por cálculo político. Aspira a jugar de fiscal, pero sin soltar el cargo.
Así, Torreón tiene su propia telenovela: traiciones, templos, “moches” y un silencio institucional que, más que respuestas, deja sermones.