El enfermero que se cree médico y otros misterios del Sistema de Salud de Coahuila

En Coahuila, el caos en el sector salud parece no tener fin. Recientemente, se ha revelado que un enfermero está desempeñando funciones de médico legista en el Ministerio Público, una situación completamente ilegal que pone en riesgo la integridad de las investigaciones judiciales. A este desliz se suman acusaciones de acoso laboral en el Hospital General de Torreón, donde las condiciones para pacientes y trabajadores empeoran a diario. En medio de esta crisis, la falta de personal capacitado y la desorganización del sistema de salud se vuelven una amenaza para la calidad de la atención.

En el municipio de Francisco I. Madero, Coahuila, la salud pública se ha convertido en una suerte de «show de talentos», donde los requisitos para ejercer una profesión parecen ser tan flexibles como el estado de ánimo de quienes asignan los puestos. Un enfermero, que supuestamente debería estar dedicado a cuidar a los pacientes, ha decidido que su verdadera vocación es actuar como médico legista en el Ministerio Público. Claro, ¿por qué no? Total, si los protocolos y las normativas legales son solo detalles, ¿verdad?

Este hecho no solo pone en evidencia la falta de supervisión en el sector salud de Coahuila, sino que además refleja un problema de fondo: el acceso a puestos clave por personas sin la formación adecuada. Y es que, si un enfermero puede ser médico legista, ¿por qué no un contador podría dirigir un hospital? La lógica parece ser que cualquier puesto se llena con el primer «voluntario» que pase por ahí, sin importar que lo único que califique a esa persona sea su entusiasmo.

Mientras tanto, en el Hospital General de Torreón, los pacientes de psiquiatría tienen que conformarse con la atención de personal que se limita a registrar su entrada y salida, sin más preocupaciones por la salud de los enfermos. Se han reportado casos donde los pacientes, particularmente los más vulnerables, se han quedado desatendidos, lo que deja claro que en el hospital no hay tiempo ni para atender la salud mental de los pacientes, mucho menos para preocuparse por la salud laboral del personal.

Y por si fuera poco, algunos trabajadores de la salud no solo se limitan a hacer su trabajo, sino que han ido más allá al crear ambientes laborales más tóxicos que la peor de las infecciones. Acusaciones de acoso entre el personal, como las que pesan sobre el enfermero convertido en legista, son el pan de cada día, haciendo del hospital un lugar donde la moral es más baja que los niveles de insumos médicos.

Las autoridades, como siempre, parecen ajenas a la problemática. Después de todo, en Coahuila lo importante es que alguien ocupe el puesto, no que lo ocupe alguien capacitado. Mientras tanto, los pacientes y los trabajadores se ven atrapados en un sistema que, de tan «flexible», parece haber perdido el rumbo.

¿Las soluciones? Un simple «reordenamiento» en el sector, porque al final del día, los ciudadanos pueden esperar sentados hasta que el sistema de salud se digne a ofrecerles lo mínimo necesario. Y mientras tanto, en Francisco I. Madero, la salud pública sigue siendo una oportunidad para quienes se sienten en disposición de ejercer cualquier función, sin importar si tienen el título para ello.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *