
Manual práctico para traicionar en Torreón

⚠️ Advertencia inicial:
Circula por los pasillos, se imprime en secreto y se memoriza durante comidas de cortesía.
No contiene nombres ni números de empleado.
Y si lo estás leyendo junto a tu compañero de gabinete… voltea a verlo: quizá él es uno de los autores.
O tal vez, eres tú.
La política local es una tragicomedia sin guión.
Capítulo I: Cómo se traiciona desde dentro
El Ayuntamiento de Torreón ha elevado la traición a categoría de política pública. En su segunda administración, el instructivo es claro: Invita al enemigo, finge lealtad, brinda con Macallan… y esconde la daga bajo la mesa .Veamos algunos expertos aplicando el protocolo:
Operadores políticos en la sombra, especialistas en alianzas de temporada y discursos reciclables, tan lavados como su conciencia.
Camaleones ideológicos: hoy militan en rojo, mañana en guinda, y pasado mañana en el color que pague el desayuno completo con chilaquiles y jugo.
Apellidos pesados, herederos del método Torreón: aparentar lealtad mientras se negocia la siguiente puñalada.
Brinca-oficinas institucionales, siempre sonrientes, mientras las lealtades se oxidan más rápido que una bicicleta del SIMV en el corralón.
Aquí, la traición no se castiga: se profesionaliza. En Torreón, al traidor no se le remueve… se le renueva.
Capítulo II: El arte de traicionar a tiempo
El manual recomienda apuñalar justo antes de que te apuñalen. Ese momento mágico suele darse entre la selfie, el boletín, y la junta “urgente”.
No es raro ver a funcionarios aplaudiendo al jefe por la mañana y por la tarde tomando café con sobres de azúcar light y lengua de víbora, celebrando la caída del compañero que en la mañana era el mejor perfil.
En esta ciudad, quien no cuida su espalda termina sin cargo… o peor aún: sin celular institucional. Eso sí duele.
Capítulo III: De los disfrazados a los descarados
No todo se cuece en el PRI. Desde que Morena se volvió fuerza dominante, el manual de la traición se volvió best-seller local. Muchos lo leyeron y lo aplicaron como si fuera devocionario:
Shamir Fernández: ayer priista de hueso rojo, hoy morenista de ocasión, con el mismo gel, el mismo eslogan y el mismo apetito de poder.
Jorge Luis Morán y Gerardo Berlanga: cambiaron de camiseta sin cambiar ni el discurso. Pura cirugía menor.
Luis Fernando Salazar, evangelista del oportunismo: del PAN al morenismo, pasando por la cruz, el púlpito y el «amén» según convenga.
Y lo más reciente: la selfie grupal estilo papá priísta, hijos morenos, todos sonrientes aunque no se soporten.
Tras pelearse en redes como adolescentes hormonales, los nuevos morenos se «reconciliaron»… porque su mamá Claudia Sheinbaum no quería pleitos con el cuarto desordenado.
Ahí posaron para la cámara: Antonio Attolini, Cecy Guadiana, Alberto Hurtado, Tony Castro y Cintia Cuevas. Todos con sonrisa de “amigos”… y el puñal bien guardado entre la faja y la hipocresía.
Apéndice: ¿Y si me traicionan a mí?
Siga el protocolo Torreón:
“Fue una decisión política.”
“El proyecto cambió.”
“No fue traición, fue sobrevivencia.”
Porque aquí no hay leales.
Hay actores de temporada y traidores por contrato.
Epílogo abierto del Bastón del Mando
En Torreón, la política no se hace con ideología… se hace con navajas.
Y más vale afilarlas desde ya, porque se vienen cambios en julio, y los fuegos artificiales no serán de feria, sino de fuego amigo.
Habrá reacomodos rumbo a las candidaturas para diputaciones locales y federales.
En este juego, no gana el más capaz… sino el que tiene la lista de padrinos más larga (y menos escrúpulos).
Aquí, quien hoy te sirve el trago, mañana te redacta el epitafio.
Y no necesitas ser enemigo para ser destruido: basta con sonreír como si fueras amigo.
¿Quién leerá este manual en voz alta la próxima semana?
No lo sabemos… pero ya ensayó su traición frente al espejo.
Salud por ellos… y por nosotros, los espectadores de esta tragicomedia.