Jesús es el pueblo… y lo crucificaron otra vez, la Pasión según Román como Pilatos

En Torreón, la Semana Santa no necesita escenificación. Ya tenemos al Jesús inocente, a los ladrones en la cruz, al pueblo que grita y al Pilatos que se lava las manos. Todo está montado en el teatro del poder local, con actores de carne, hueso… y fuero.

Román Alberto Cepeda, alcalde de Torreón, juega su papel como Poncio Pilatos. Tiene el poder para frenar el abuso, exigir justicia o condenar la impunidad, pero prefiere mojarse las manos en protocolos y discursos. El asesinato de un ciudadano por parte del GRT, lejos de encender su autoridad, lo empujó a lavarse las manos en nombre de “las instituciones” que lo protegen más a él que a la gente.

Pero Román no está solo en esta obra.

A su lado aparece Herodes, figura de poder vanidosa, que prefiere el espectáculo al juicio justo. ¿Quién mejor para encarnar ese rol que los voceros y propagandistas del sistema? Los que convierten la tragedia en narrativa oficial, los que maquillan cifras, desvían la atención con encuestas y fotos con niños, los que “se sorprenden” por la violencia mientras autorizan su silencio.

Herodes no juzga: se burla. Y Román escucha.

A la derecha e izquierda del alcalde, colgados del mismo madero de la impunidad, están los ladrones de la cruz:

José Ganem, secretario en trámite, que ni tramita ni enfrenta, solo administra el desastre con rostro de tecnócrata obediente.
César Perales, jefe policiaco blindado por el GRT, cuyos elementos actúan como si fueran una fuerza autónoma en guerra contra la ciudadanía. Su silencio, frente a la sangre derramada, grita más que mil comunicados.

Y entre todos ellos, arrastrándose en los pasillos del poder, aparece la serpiente del Edén lagunero: Yohan Uribe, operador político que susurra, manipula, presiona medios y reparte miedo con su propia cruz de intereses. Su veneno no mata al instante, pero infecta el discurso, paraliza decisiones y construye la narrativa oficial con una sola consigna: proteger al jefe, cueste lo que cueste.

El pueblo de Torreón, mientras tanto, es Jesús: golpeado, criminalizado, sentenciado sin defensa. Carga su cruz entre estaciones de humillación: abuso policiaco, represión, discursos huecos, olvido institucional. Y todo mientras los poderosos se reparten el incienso y los aplausos.

El Cabildo observa desde lejos, como los fariseos, esperando turno en la procesión del poder por si cae Poncio. Pero también varios regidores son como Judas Iscariote, cuando llegue el momento de decidir a quién traicionar y a qué líder apoyar.El Congreso, como el Sanedrín,  ese connsejo que era la máxima autoridad políticapara dictar veredicto como deecuidir por un líder.

@cafepolitico

🎭 En Torreón, la Semana Santa no necesita escenografía. 👉 Ya tenemos a Pilatos: Román Cepeda, que se lava las manos. 👉 A los ladrones en la cruz: Ganem y Perales, que callan. 👉 A Herodes: los medios oficiales que maquillan la tragedia. 👉 Y al pueblo crucificado: los ciudadanos, golpeados por el GRT. 🐍 Y no falta la serpiente: Yohan Uribe, operador del miedo. 📣 El Cabildo observa. El Congreso calla por el momento. Pero el bastón del mando… ya se está moviendo. 📰 Lee la columna completa en 👉 alcafepolitico.com/elbastondemando14abril ElBastónDelMando Torreón PolíticaLagunera SemanaSanta AlCafePolítico PeriodismoCrítico

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Y el bastón del mando, como siempre, no se cae. Pero ya se está moviendo.

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