¿Unidad? Ni el diablo la cree

Tras semanas de denuncias, zapes digitales y puñaladas entre tribus, apareció la figura menos institucional pero más efectiva del lopezobradorismo: Andy, el junior mayor, Andrés López Beltrán. Secretario de Organización del partido guinda, encargado de operar y repartir línea como si su papá aún estuviera en campaña… porque, en los hechos, lo está.

Fue él quien dio la orden: primero afiliar, luego discutir.
Y claro, muchos se fueron con la finta. Olvidaron que la presidenta se llama Claudia Sheinbaum, pero se entregaron al fantasma del padre que todavía manda sin estar.

¿Unidad real? No.
¿Unidad impuesta? Sí.
¿Una puesta en escena? También.
Ni los actores se la creen. Y que se los crea el diablo, dicen.


Los ausentes que resisten

A la pasarela de abrazos fingidos no se sumaron todos:
Luis Fernando Salazar, la regidora saltillense Alejandra Salazar y otros tantos prefirieron mantenerse coherentes… o resignados.

Mientras tanto, Cecy Guadiana, la heredera, quiere Saltillo… pero no para ella, sino para su amigo Alberto Hurtado, quien ahora “ataca” al panista Gerardo Aguado con tal de bajarle presión a su propio partido. Todo sea por la narrativa.

Y donde Cecy se para, ahí aparece también Antonio Attolini, buscando la selfie.
¿Será que espera que la senadora olvide la denuncia que puso en su contra… o quiere pase doble para la boda de los #NoviosDelBienestar? (léase: Cecy y Américo).

De paso, esta coyuntura sirve para distraer los problemas de los Villarreal, su familia política, y el presunto retiro de sus visas estadounidenses.

Por su parte, la influencer Alejandra, rara vez callada, se ha mantenido al margen.
Pero ojo: no suelta su aspiración a la candidatura de Morena por Saltillo y no piensa ceder ni ante los #NoviosDelBienestar, ni frente a su escudero Hurtado.

¿Y Shamir Fernández? Tampoco salió en la “foto del Acatempan lagunero”, pero se dice que anda más cerca que lejos.


Mientras tanto, en Torreón…

Los únicos que agradecen esta telenovela interna son los del clan Román, pues mientras el diputado Attolini intenta conciliar la tregua guinda, la atención se aleja del alcalde Román Cepeda y sus compinches.

Eso sí, el “conciliador” Attolini también se va alejando de lo que ayudó a construir, como su relación con el alcalde fronterizo Jacobo Rodríguez, quien primero lo elogiaba como el futuro de Morena… y ahora reconoce su distanciamiento del partido a nivel federal.

¿La prueba? No fue requerido en la gira de la presidenta por Coahuila, y ha dicho que ningún legislador federal de Morena ni del PT ha ayudado a Piedras Negras: ni con recursos, ni con gestiones, ni con reuniones.

Así, mientras unos remiendan el partido, otros lo descosen.


La cena con humo en el viejo PRI: manual de reciclaje

Mientras Morena se desangra, su “papá” —el viejo PRI, en su versión gourmet— se reagrupó en la colonia Torreón Jardín para una cena de poderosos.

Ahí estuvieron los del Grupo Saltillo, encabezado por el gobernador Manolo Jiménez; también asistió el casi extinto Grupo Torreón del exgobernador y hoy senador Miguel Riquelme, su segundo Xavier Herrera, y el equilibrista institucional por excelencia: Miguel Mery Ayup, presidente del Tribunal Superior de Justicia.

Todos compartieron pan, vino y fuego con el alcalde Román Cepeda.

¿El objetivo? “Fortalecer la coordinación institucional” (léase: mini cónclave).
Dicen que hubo humo… y no precisamente por la carne asada.

Román no soporta ni a Manolo ni al grupo de Riquelme, pero como buen priista de escuela antigua, hizo de tripas corazón y se dejó querer.
Y como premio, fue apapachado por todos. Porque en política no se necesita amor: basta la conveniencia.

Y más en estas mesas donde hubo albricias, brindis y pactos de supervivencia.
En El Bastón del Mando del lunes les daremos un adelanto .

Lo único que no revelaron fue si la cena ocurrió en Casa de Gobierno en Torreón Jardín o en la residencia del propio Mery, hoy suspirante a una candidatura para seguir cobrando —perdón, sirviendo— en el Poder Judicial. Usted ya sabrá.


¿Quién manda? ¿Quién obedece? ¿Quién traiciona?

Las preguntas siguen abiertas, y las respuestas se esconden entre pasillos oscuros y cenas discretas.

Lo único cierto es que, en la antesala de la renovación del Poder Judicial, todos se acomodan al viento que más sopla.

Y mientras en redes nos venden “participación ciudadana” y “democracia viva”, en la práctica aplican la vieja máxima del sistema:

“Que parezca que hacemos, mientras hacemos como que no pasa nada.”

Todo esto —la unidad falsa, los pactos nocturnos, las lealtades recicladas— es una coreografía tan vieja como el poder mismo.

Pero si quieren que nos traguemos el cuento…
que se los crea el diablo.

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