
Torreón con sed, y los políticos en pasarela

En Torreón, ya no basta con regalar huevos. Ahora, lo que cotiza políticamente es regalar pipas. En tiempos donde la escasez de agua se vuelve angustia colectiva, la entrega del líquido vital puede parecer un acto de humanidad.
Pero cuidado: cuando el agua viene con logotipo, micrófono y selfie… deja de ser ayuda, y empieza a oler a campaña.
No es nuevo: figuras políticas, regidores, “gestores” y suspirantes aprovechan cada temporada de estiaje para repartir pipas en colonias marginadas. Pero el trasfondo es más turbio: no es altruismo, es inversión electoral.
En las últimas semanas, varios diputados locales han sido vistos —con todo su equipo de comunicación a cuestas— tomándose la foto mientras reparten agua. Recordemos que en 2026 se renueva el Congreso de Coahuila, pero particularmente en Torreón, se vive una incertidumbre política por el alcalde y el eventual interinato en la presidencia municipal.
Varios ya levantaron la mano. Entre ellos, Felipe González, diputado local y operador cercano al ayuntamiento, quien además de su casa de gestoría como segundo del PRI local, ha acompañado en entregas de agua a Verónica Martínez, diputada federal y presidenta del PRI Torreón, también apuntada para la interinatura.
Y no son los únicos. El diputado panista Gerardo Aguado también se ha sumado a la pasarela hídrica.
No es exclusivo del PRI ni del PAN. En Morena, el diputado Antonio Attolini también reparte agua. Aunque ha sido crítico del gobierno municipal, ahora presume el programa “Agua para el Bienestar”, olvidando que el tema también depende del gobierno federal y del avance del proyecto Agua Saludable para La Laguna.
Las pipas se han convertido en moneda de cambio: votos, favores, control de simpatías. Se financian —directa o indirectamente— con recursos públicos, pero se entregan como si fueran un regalo privado, acompañadas de la clásica frase: “ya sabe quién se la mandó.”
Pero algunos no solo reparten agua: deciden a quién sí y a quién no. Basta recordar el episodio de marzo, cuando los regidores priistas Raúl Garza y Miroshlava Muñoz protagonizaron un encontronazo por el control del reparto.
El conflicto escaló a tal punto que Garza incitó a vecinos de las colonias Compresora y Antigua Aceitera a bloquear el bulevar Revolución y la calle Valdez Carrillo, frente al Museo del Ferrocarril, para exigir el restablecimiento del agua potable. Los manifestantes señalaron que una regidora llegó con la pipa 035 de Bomberos, pero solo entregó agua a quienes estaban en “su lista”.
Mientras SIMAS y el Ayuntamiento aseguran que “el abasto está garantizado”, la realidad en las colonias dice otra cosa: el agua no llega, y quienes la reparten no son las autoridades responsables, sino políticos buscando cámara y reflector.
Por cierto, hablando de SIMAS: a quienes no les avisaron de la “tregua” entre dependencias fue a la Dirección de Comunicación Social. Sin estar enterados, dictaron una columna crítica contra la paramunicipal, su gerente y el secretario del Ayuntamiento, Pepé Ganem. Golpearon al de casa… por descoordinación interna.
Antes se entregaba agua con discreción. Hoy se entrega con tranmisiones en vivo, dron y community manager. Hay flyers, reels, spots y hasta bloqueos usados como escenografía política. El drama humano se convierte en contenido. Y el desabasto, en plataforma electoral.
Mientras en las colonias la gente colecciona cubetas, garrafones y desesperación, algunos políticos coleccionan aplausos y likes por entregar un derecho básico que no les pertenece.
Regalar agua en tiempos de crisis no es filantropía: es marketing con olor a cloro.
Y en este desierto electoral… el que tiene pipa, gana terreno.